El origen de la guerra
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El origen de la guerra

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28 mar 2017


Un grito inmenso de disgusto se levantó en Inglaterra contra el ministerio que había ratificado el convenio firmado en el palacio. Los miembros de los partidos se acaloraban cada momento más en la cuestión, hasta que uno de los partidarios del príncipe de Gales anunció que podía presentar a la vista de los miembros de la Cámara una de las muchas víctimas de la barbarie española: un honrado capitán de un buque mercante inglés, llamado el Capitán Jenkins

 

El parlamento, secretamente pagado por Walpole para que le conservase en el poder, se hizo tan exigente, que al fin no pudo él contenerle, y vio que no solamente perdía terreno en el favor del rey y en el del parlamento, sino que cada día se hacía más impopular entre el pueblo inglés, azuzado por los comerciantes que pretendían hacerse ricos en las colonias españolas y deseaban que se declarase la guerra a España con el objeto de apoderarse por entero de las codiciadas riquezas americanas.

Llegó a tal grado la efervescencia en Inglaterra contra España, que Walpole hubo de prometer que se pediría cuenta a Felipe V, por lo que Jorge II al fin anunció, al abrir las sesiones del parlamento en febrero de 1738, que se había celebrado una convención entre el rey de España y su gobierno, por la cual Felipe V se había comprometido a pagar cierta indemnización.

Un grito inmenso de disgusto se levantó en Inglaterra contra el ministerio que había ratificado el convenio firmado en el palacio. Los miembros de los partidos se acaloraban cada momento más en la cuestión, hasta que uno de los partidarios del príncipe de Gales anunció que podía presentar a la vista de los miembros de la Cámara una de las muchas víctimas de la barbarie española: un honrado capitán de un buque mercante inglés, llamado el Capitán Jenkins

Aquello llenó la medida; inmediatamente se pasó a tratar seriamente de la declaratoria de la guerra. Los discursos, las proposiciones patrióticas y agresivas a España menudearon. Inglaterra había enviado al mar de las Antillas una escuadra a órdenes del almirante Hosier para que vigilase los buques mercantes ingleses y les hiciese justicia en todo caso. Pero antes de que se declarase turbada la paz, ni pudiesen tener noticias en América de lo que sucedía en Europa, ya el gobierno inglés había despachado una escuadra a órdenes del almirante Vernon, con el encargo de que asaltase las ciudades de Portobelo y Chagres. Con tan felices auspicios, lleno de entusiasmo y de deseo ardiente de acabar de ganarse la popularidad de que gozaba ya, el almirante Vernon se hizo a la vela con su escuadra, en dirección a Portobelo, antes de la declaratoria de guerra, puesto que llegó a este lugar el 21 de noviembre de aquel año.

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