Largos tiempos de espera, medicamentos adquiridos con sobreprecio, desvíos millonarios de fondos que deberían ser destinados para atender la salud de las personas, falta de mantenimiento de equipos médicos, carencia de personal, negligencia, corrupción y despilfarro. Estas son solo algunas características que, desde su nacimiento, erosionaron el sistema de salud pública en México, a tal grado de devolverlo no solamente insuficiente sino agonizante. La puesta en marcha del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) representa la voluntad de esta administración para llevar a cabo los cambios que permitan llevar a cabo los cambios que permitan transitar hacia la universalización de los derechos y al fortalecimiento del sistema de seguridad social. Al respecto, vale la pena reflexionar en torno a las deficiencias que heredamos en el sistema de salud y las acciones que se llevaran a cabo, a través del Instituto, para mejorarlas. Caminar hacia la universalidad. Uno de los primeros pasos será la aplicación tanto de quienes reciben cobertura como de los padecimientos que se atienden. El Estado estará ahí para cualquier persona que necesite subsanar toda carencia en salud. Gastar más y mejor. Históricamente, México ha sido uno de los países que menos gasta en salud. Mientras que Brasil, Chile y Argentina destinan el 9.7, el 7.7 y 7.3 por ciento de su PIB, respectivamente, nuestro país solamente destinaba 5.8 por ciento. Con el Insabi, el gobierno será rector del gasto. Respetando el pacto federal, supervisara que las entidades cumplan con los requerimientos para brindar atención de calidad, evitando que los recursos se utilicen de manera incorrecta, como en el pasado. Disminuir las desigualdades institucionales. Estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas se encuentran en niveles de atención muy por debajo de la media nacional y, por otro lado, hay casos como la Ciudad de México donde se encuentra la mayor cantidad de instalaciones de alta especialidad. El Insabi se enfocara en mejorar la calidad de los servicios de salud en todas las entidades, para lograr una estandarización adecuada en los niveles de atención. Poner fin a la simulación. Con el Seguro Popular, los estados tenían padrones, muchas veces duplicados, que simplemente enlistaban personas, pero que en realidad no se trataba de beneficiarios. El Insabi asegurara el acceso efectivo a la salud y no solamente la creación de padrones que tenían como finalidad la obtención de mayores recursos económicos por parte de ciertas entidades. Invertir en personal. En México tenemos alrededor de 2.4 médicos y 2.8 enfermeros por cada mil habitantes, mientras que el promedio de la OCDE es de 3.4 médicos y 9 enfermeros por cada, mil habitantes. La mejor asignación del gasto ayudara a contratar más personal, empezando por el que labora en primer nivel y avanzando progresivamente a los otros niveles de atención. Con la instalación del Insabi y la discusión en torno a él, se abre la puerta para finalmente replantear a fondo todo el sistema de seguridad social, del cual la salud es un pilar, pero no el único reto que enfrenta el país. En un horizonte no muy lejano se alcanzan a percibir otras potenciales crisis, como la de pensiones, que podrán desestabilizar por completo a nuestra sociedad. Por ello, cambiar los viejos paradigmas del sistema de seguridad social es una de las principales responsabilidades morales de la Cuarta Transformación y será también una de las acciones que enfrente mayor resistencia. Las críticas siempre estarán presentes; lograr la universalidad no será sencillo y, por ello, los esfuerzos hacia este objetivo deberán continuar. Es algo por lo que vale la pena luchar."Orihuela_caricatura" by jlori is licensed under CC BY-NC-SA 2.0
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