Rafael Alberti vivía en Francia y debido a sus poemas recibió el premio Nacional de Poesías, pero para recogerlo tendría que asistir a Granada y permanecer allí unos meses por asuntos personales.
Cuando entró al evento se sentó al lado de un tal Federico García Lorca, por lo cual intentó ser amable y conocerlo ya que también escribía poesías e iba recibiendo ese mismo premio dos años consecutivos. Cuando Alberti recogió el premio, Lorca se dio cuenta que no pudo recibirlo ese año por su culpa y estuvo molesto. Éste intentó manipular los nombres y poder recogerlo, pero no fue posible.
Alberti se dio cuenta del rencor que le rencor que le tenía por ello e intentaron hablar, Lorca reconoció su error, comenzaron a contarse su vida acerca de la literatura y se dieron cuenta de todos los gustos que tenían en común y el buen dúo que harían si juntasen sus aficiones.
Así lo hicieron, y triunfaron tanto en su vida económica como en el resurgir de la lírica española, que es lo que realmente querían conseguir.
Finalmente, Alberti falleció y Lorca redactó un poema agradeciendo todo lo que habían hecho a lo largo del tiempo juntos por el cual recibió un premio que jamás olvidaría en vida y el más emotivo a la hora de recogerlo.
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