Todas estas experiencias quedarán ancladas tanto en la dimensión económica como en la dimensión social en el postCOVID-19. De hecho, muchas de estas evidencias ya estaban presentes en el preCOVID-19, pero ante la emergencia de la pandemia se han acelerado, y ha permitido aprender más sobre sus implicaciones para incorporarlas de manera más sólida en el new normal.
Ante esta nueva normalidad, y tras analizar y categorizar las aplicaciones y adopciones de las tecnologías de la información y las comunicaciones, desde el Innova Institute de La Salle-URL apuntan las cinco nuevas leyes digitales del postCOVID-19.
A día de hoy, los documentos personales están en Dropbox, Google Drive o en One Drive. La música, en Spotify. Las fotografías en el móvil y los vídeos, en YouTube. Es decir, en las empresas todos los procesos y los archivos de trabajo están virtualizados. Todo lo digitalizable ya está camino de la nube.
¿Las experiencias físicas como probarse la ropa pueden llegar a desaparecer? La realidad virtual y la realidad aumentada están transformando definitivamente la experiencia de compra de las personas. La excusa de no comprar ropa en internet por la imposibilidad de probársela empieza a quedar obsoleta. Ahora, el concepto es distinto: ir a la tienda, probarse la ropa y, si convence, comprarla en internet para evitar colas. Y la evolución sigue su curso: probarse esa prenda por internet gracias a un simulador de imagen, y adquirirla de manera electrónica. De este modo, los hábitos de compra también se están transformando.
En la misma línea, y como se ha podido ver durante el confinamiento, visitar un museo, realizar un tour o visitar una exposición en vivo ya no es exclusiva del mundo presencial. Durante el COVID se ha asistido a la virtualización de todos los museos y de sus colecciones. En este contexto, ¿van las visitas virtuales a sustituir a las presenciales?
Ahora toca reflexionar sobre qué otros elementos físicos pueden desaparecer presencialmente de las vidas de las personas mediante su digitalización.
Las relaciones personales ya están en el móvil: las familias están más unidas que nunca gracias a los chats y los servicios de mensajería y, en la misma línea, el contacto digital con las amistades es continuo. Además, el comercio electrónico está totalmente implantado y, en consecuencia, el comercio tradicional se ve en la obligación de formalizar la relación con sus clientes tradicionales de forma virtual. El marketing directo a través de WhatsApp Business o de otras aplicaciones de mensajería va a ser la “nueva normalidad”.
Plataformas de videoconferencia como Webex o Zoom se han establecido como medio para todo tipo de relaciones, reduciendo la necesidad del desplazamiento físico. El teletrabajo se abre camino y modifica la forma en que las empresas se organizan.
En la dimensión personal, las redes sociales expresan aquello que cada uno quiere proyectar. En esta línea, la virtualización de las relaciones también lleva a la necesidad de la gestión de las marcas personales a través de internet, en canales como Facebook o Instagram.
Hay que tener en cuenta también el síndrome de la desinhibición online. La virtualización de las relaciones permite que estas sean mucho más fluidas y frescas, lo que lleva a que el uso de los portales de citas se generalice entre dos generaciones: la de los Millennials y la Generación Z o Centennials.
En este sentido, es momento de reflexionar sobre cómo van a ser las relaciones en el new normal.
Pese a la creciente generalización de la digitalización, aún existen activos y elementos que se seguirán disfrutando físicamente. En la vida personal, elementos como casas conectadas, coches conectados, ciudades conectadas. Incluso los cuerpos estarán conectados. Si no existe una conexión con los elementos físicos no habrá manera de acceder a ellos, no se podrán compartir ni monitorizar. Todo será 4.0 en el PostCOVID-19.
En este sentido, conexión es la palabra clave:
Cerca o lejos, pero en contacto. Es necesario reflexionar sobre cómo se va sacar provecho a esta capacidad de estar en contacto permanente.
Las personas esperan tener aquello que necesitan de forma inmediata. Si es un producto virtualizable, ya se recibe o se utiliza por el canal digital. Si es un producto físico, Amazon o Glovo se encargan de entregarlo de forma rápida. En el postCOVID-19, cambiará el concepto de producción de bienes desde la fábrica hasta las personas, y será desde la nube a la tierra. Es decir, los productos serán digitales y, cuando se necesiten en su versión física, se podrán imprimir con impresoras 3D desde casa.
Para aquellos productos que no pueden ser digitalizados (alimentos, por ejemplo), la tecnología hará posible el acceso a ellos. Ya no hará falta pensar en cómo llevar las bolsas del supermercado a casa, pues empresas logísticas lo hacen de manera automática al acabar la compra. Además, se prescindirá de esfuerzos humanos como medios de transporte, ya que estos serán realizados por drones y de manera completamente autónoma.
Por otro lado, se migrarán desde procesos de aprendizaje presenciales, con el contacto alumno/profesor en un lugar y hora específica, a procesos de aprendizaje completamente digitales, donde los estudiantes accederán al contenido que deseen, en el momento y lugar que lo deseen, solo con conexión a internet.
La pandemia ha acelerado ciertos procesos de digitalización, en los cuales el estado “natural” de todo será digital (online) para traerlo a nuestro mundo físico (offline) cuando lo necesitemos. ¿Cómo transformará la vida de las personas el tener todo a un clic en nuestra pantalla de móvil?
El COVID-19 está exigiendo una prevención activa de la propagación del contagio. Esto requerirá que en espacios físicos se impongan medidas de limpieza e higiene sistematizados. También serán necesarias distancias sociales, mascarillas y protectores. Otro elemento clave serán los test generalizados de comunidades en convivencia y detectores de temperatura con el fin de monitorizar espacios sin virus.
El virus ha impulsado a utilizar la tecnología para controlar y generar sistemas de autocontrol de la salud de los individuos. Por ejemplo, los ya conocidos diagnósticos y tratamientos autónomos que controlan señales y variables vitales a través de pulseras (ritmo cardiaco) o sensores adheridos al abdomen (para controlar la glucosa).
La tecnología jugará un rol clave para evitar la propagación de virus. Por un lado, reemplazando a los humanos por robots en lugares potencialmente infecciosos y, por otro, con mecanismos automáticos de detección y control de señales vitales de manera temprana.
¿Estarán las personas dispuestas a ceder sus datos médicos individuales por el bien de la salud comunitaria?
Fuente: https://directivosygerentes.es/digital/noticias-digital/cinco-leyes-digitales-postcovid19
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