Cada febrero, los participantes esperan este inolvidable día en el que participa todo el mundo, desde alumnos y equipo directivo, hasta personal no docente del centro educativo. En esta jornada, llena de colores y emociones, las carrozas sobresalen y se hacen notar entre el tumulto de personas presentes, mostrando todo el trabajo hecho por aquellos alumnos y profesores.
Algo que no se puede pasar por alto es la tradicional quema de la sardina en la que algunas mujeres se disfrazan de viudas y acuden al funeral del pez, el cual, lleno de papel reciclado, se enciende al hacer contacto con el rojo fuego, dejando gran cantidad de cenizas y corazones rotos.
En este evento también hay jueces que califican el mejor baile, disfraz, carroza… Sin embargo, su mayor atractivo es la diversión y la diversidad de culturas, reflejadas en la comida que se prepara en la cafetería, en las diversas coreografías y en la variedad de antifaces y vestuarios.
Al terminar el día, se nubla la alegría y aparece la nostalgia al saber que el carnaval ha terminado y pasará un tiempo hasta disfrutar de otro “toque de alegría”.
Gabriela Expósito Carmona
Valeria Hernández Peña
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