China responde a Washington y ordena el cierre del consulado de Estados Unidos en la ciudad de Chengdu
 
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China responde a Washington y ordena el cierre del consulado de Estados Unidos en la ciudad de Chengdu

La medida llega como represalia a la orden de clausura del consulado chino en Houston

EL PAIS | 24 jul 2020


Tres días después de advertir que respondería con medidas de represalia, Pekín ha contestado a la orden de cierre de su consulado en Houston. Estados Unidos tendrá que clausurar, a su vez, su consulado en la ciudad de Chengdu, en el centro de China, en un nuevo paso adelante de las peores tensiones entre las dos potencias en cuatro décadas de relaciones diplomáticas plenas.

 

En su decisión de este viernes, Pekín ha elegido una opción relativamente comedida. No ha ordenado cerrar, como esperaban algunos analistas, el consulado estadounidense en Wuhan, algo que hubiera sido un castigo suave: esa legación permanece inactiva desde que sus diplomáticos la evacuaron al comienzo de la pandemia de la covid-19. Tampoco ha optado, como sugerían algunos internautas chinos en encuestas online, por clausurar el de Hong Kong, de mucho mayor tamaño y cuyo cese de operaciones hubiera representado una escalada en el enfrentamiento cada vez más generalizado entre los dos países. Finalmente ha optado por una solución intermedia: Chengdu es el equivalente casi exacto, en nivel de importancia, al que mantiene China en Houston. Estados Unidos cuenta, además de la Embajada en Pekín, con consulados en Chengdu, Shanghái, Cantón, Wuhan (centro) y Shenyang (noreste) en el territorio continental chino. El de Chengdu se encarga, entre otras regiones del suroeste de China, de Tíbet.

 

Las condiciones del cierre serán idénticas. 72 horas para cesar las actividades, un mes para la marcha de los diplomáticos. En el consulado de Chengdu están presentes, desde la evacuación generalizada por la covid-19 a principios de año, una quincena de funcionarios estadounidenses, del total de 50 habitual. La plantilla se completa con 150 trabajadores de contrato local.

 

La reciprocidad al milímetro incluye las acusaciones más o menos vagas, o más o menos directas, de hacer de tapadera de operaciones de inteligencia y de malas prácticas. Si Estados Unidos ha acusado al consulado chino en Houston de ser “un centro de espionaje” y de “robo de propiedad intelectual”, Pekín ha denunciado que diplomáticos destinados en Chengdu han “injerido” en asuntos internos del país anfitrión y han llevado a cabo “actividades no acordes con la descripción” de sus puestos.

 

Pekín solo se ha saltado la simetría del ojo por ojo al justificar su reacción. Su respuesta, ha asegurado, “se ajusta a las normas básicas de las relaciones internacionales y las prácticas diplomáticas acostumbradas”, y es “una respuesta legítima y necesaria a la medida injustificada de Estados Unidos”. En cambio, opina, la decisión original de Washington es una “provocación unilateral” que “viola las normas básicas de las relaciones internacionales” y “perjudica gravemente las relaciones China-Estados Unidos”.

 

Y, quizás alarmada por la deriva al naufragio de esas relaciones, quizás para mostrarse ante el resto del mundo como una potencia más sensata que el Estados Unidos de Donald Trump -o quizás por una combinación de ambas razones-, ha lanzado un llamamiento a la calma, sin dejar de responsabilizar a Washington del deterioro de los lazos diplomáticos. “La situación actual de las relaciones chino-estadounidenses no se corresponde con los deseos de China, y Estados Unidos es totalmente responsable de ello”, asegura el ministerio chino, que pide a Washington “crear las condiciones necesarias para que las relaciones bilaterales vuelvan a la normalidad”.

 

Mientras Exteriores lanzaba ese llamamiento al seny bilateral, la televisión estatal china CCTV, por contra, comenzaba una retransmisión en directo del exterior del edificio, donde se congregaba una decena de vehículos de la Policía china e incluso un camión de bomberos. Parecía una recreación de las escenas en Houston, cuando se vieron columnas de humo en el patio del recinto y llegaron los bomberos, mientras presuntamente los diplomáticos chinos hacían arder los documentos del consulado. La conexión televisiva con el consulado de Chengdu, según aseguran los medios estatales chinos, han llegado a seguirla hasta 20 millones de espectadores.

Nueva Guerra Fría

Pese a los llamamientos chinos para una vuelta a la normalidad en las relaciones, Estados Unidos parece ir por el camino totalmente opuesto. Horas antes, Pompeo pronunciaba un discurso que sonó como una declaración oficiosa de una nueva Guerra Fría. En un lugar cargado de simbolismo, la biblioteca del presidente Richard Nixon ―el hombre que inició la aproximación estadounidense a China hace casi 50 años―, dibujó a Pekín como una amenaza existencial para la economía, la libertad y la democracia en el mundo, y llamó a los países occidentales a plantar cara a la “tiranía” de la potencia asiática. “¿Acaso las teorías que propusieron nuestros líderes sobre la evolución de China hacia la libertad y la democracia se han hecho realidad? El viejo paradigma del compromiso con China ha fracasado. No debemos continuarlo. No debemos volver a él”, afirmó el secretario de Estado, informa Pablo Ximénez de Sandoval.

 

En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Exteriores chino, el portavoz Wang Wenbin ha rechazado las afirmaciones de Pompeo, que considera que están llenas de “prejuicios ideológicos” y no se corresponden con la realidad.

 

Las relaciones bilaterales entre China y Estados Unidos han sufrido un drástico deterioro desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, sobre cuyo origen y gestión ambos países han intercambiado agrios reproches mutuos. La tendencia se ha acentuado en el último mes, a raíz de que China haya impuesto una draconiana Ley de Seguridad Nacional a Hong Kong, que Estados Unidos considera que pone fin a la amplia autonomía del territorio autónomo. Ambas potencias se han impuesto mutuamente sanciones en torno a Hong Kong, Xinjiang y Tíbet. Pekín ha amenazado con represalias contra la empresa aeronáutica y de Defensa de EE UU Lockheed Martin como principal contratista en una venta de armas a Taiwán, mientras que Washington ha declarado “ilegales” las reclamaciones de soberanía de Pekín en el mar del Sur de China.

 

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