Con solo 15 años Muhhamed Najem comenzó a narrar a través de su cuenta de Twitter las barbaridades de la guerra en Ghouta del Este, donde residía con sus dos hermanos y sus padres. Una vocación de periodista que le ha llevado a informar de bombardeos, muerte y destrucción. Situaciones, dice, para las que nadie está preparado: “He visto cosas que ningún ser humano debería haber visto”.
Debido a las condiciones de insalubridad a las que estaba sometido en Ghouta del Este, en 2019, Muhammad y su familia buscaron nueva vida en Estambul, donde han tenido que empezar de cero. “Ahora todo es muy diferente. Voy a clases de inglés, aunque son online por la situación del coronavirus. Y aún no tengo muchos amigos porque no hablo del todo bien turco”, explica. De hecho, por su temor a no expresarse todavía perfectamente en inglés, reconoce que su hermano Qusay Noor le ha ayudado a responder las preguntas por escrito.
Siria vive actualmente una de las peores crisis económicas que se recuerdan desde el inicio de la guerra. El Banco Central Sirio anunció el pasado mes de junio la devaluación del 78% de la libra siria. Todo el sufrimiento de la guerra se suma ahora a la inflación, que hace que la comida escasee y tenga unos precios que nadie pueda permitirse. Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), estos han aumentado un 133% desde mayo de 2019.
Este joven sirio, ahora de 17 años, ha sido totalmente consciente de la situación en la que ha vivido. Y narra el recuerdo que aún guarda en su mente del sonido y el olor de las bombas. “Son cosas que nadie debería haber visto. Se quedan grabadas en la memoria para siempre”. Antes de todo esto, su infancia era la de un niño normal que jugaba con sus amigos en la calle y al que le gustaba pasar tiempo con su familia. Una existencia cotidiana que la guerra se empeñó en trastocar.
Fue de las atrocidades que vivían a diario para después contarlo en redes sociales: “Empecé porque a mi familia y amigos los estaban matando y mientras tanto la gente guardaba silencio. Necesitaba que el mundo viese con sus propios ojos la verdad, el horror de lo que sucedía”. Todo lo hacía con la esperanza de que alguien lo viese y tomarse parte activa en el conflicto, para ayudarles a poner fin a esta situación.
A través de las redes sociales, Muhammad logró comunicar su mensaje a todas partes del mundo, ya que, como él comenta, a través de Twitter puede llegar a millones de personas en tan solo minutos. “Los vídeos están hechos desde la perspectiva de un adolescente. Empecé con 15 años y me encontraba en una de las zonas más devastadas por la guerra. Ahí enseño mi realidad, mi mundo en ese momento”. Hay personas que quizá no quieren o no tienen tiempo de leer un artículo o noticia sobre la guerra, pero que sí leen un tuit o ven una foto, explica. “Las imágenes son cruciales para dar a conocer la verdad sobre Siria”. Uno de los reportajes que más le costó captar, por la dureza del momento, fue el ataque de un caza de reacción a la vivienda de su amigo Salim. Cuenta que el día anterior habían estado allí mismo jugando juntos, y su compañero quedó sepultado entre los escombros de un edificio de cuatro plantas, aunque finalmente solo resultó herido. Salim perdió a su madre y a su hermana. “Fue muy difícil grabar ese vídeo. Tenía el corazón roto y apenas me salían las palabras”.
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