Poema: Pasión prohibida.

Del diario de una pasión prohibida:

Tiempo infinito que a la vez se torna fugaz, se esconde en la estela de una estrella, que pasajera pasa por la vida falaz …

Solía mirar el espacio y buscar el rastro pasajero de lo que alguna vez fue, pero no se dio; solo la infinidad del silencio es testigo fiel de tu respiración… tan cercano y tan lejano, escondido entre los rescoldos de una pasión, prohibida y deseada, el silencio grita con desdén: ¡injusto es el mundo que hiere por amar!

 Justa es la causa, pero se encuentra perdida… y la mar llora en fatal silencio, mientras ahoga el tiempo, con cada lagrima que brota de sus aguas, su alma agoniza lentamente y se vacía…

Una partícula de microcosmos resurge entre las cenizas para revivir la causa que se creía, estaba perdida:

Pasan dos almas, que obligadas deben cruzar el mismo camino. Un silencio cálido y a la vez indiferente, surge entre las miradas de dos enamorados heridos. Con un gesto ceremonioso sonríen, sin palabras, puros e impíos, son dos corazones que estrechan sus almas bajo la simiente de un surco vacío, buscando un espacio en este mundo cruel y frío. Pero los demoledores ojos se encuentran aturdidos: juzgan, perpetran en los límites del voluntarioso ego, para destrozar sin quejas ni lamentos la simiente de aquel surco que aún continua vacío…

A lo lejos una estela re aparece, dejando un haz enceguecedor … los demoledores ojos pierden la visión y los enamorados siembran de nuevo la ilusión…

Oscurece lentamente y la penumbra se aproxima, pero el brillo lunar es más que suficiente para resguardar aquel camino eterno, lleno de trampas, perjuicios y desdenes; dos almas se alejan lentamente con el corazón entre las manos, mientras desaparecen con el amor y su simiente, que ahora se llena de rocío. Dos almas desaparecen… ¡juntas por la eternidad! …

Julian Velandia