Es posible entender que aquéllas intenten conseguir más utilidades con menos esfuerzo, pero cuando ese objetivo se quiere cumplir a costa de sus trabajadores o perjudicando de forma contundente el entorno, se produce un impacto desproporcionado y hasta deshumanizante. Así lo advierte la psicóloga y magíster en Administración Universitaria, Beatriz Helena Giraldo Reyes, quien mencionó, a manera de ejemplo de esta situación, casos como el “del carrusel de la contratación de las obras de los Nule en Bogotá, y los llamados carteles de los pañales, del papel higiénico, del arroz, del azúcar, etc.
Para afrontar este tipo de escenarios, muchas empresas recurren a reposicionar su imagen a través de la publicidad desde un programa de RSE, amparado por la norma internacional ISO 26000. Algunos de los beneficios que aporta el hecho de que una empresa adopte un programa de RSE son la reducción de impuestos, la obtención de reconocimientos oficiales y también el posicionamiento de marca.
Una empresa suele recurrir a los programas de RSE cuando necesita mitigar el impacto de su gestión sobre el entorno –ya sea personas o ambiente–, por lo cual esta práctica se convierte en una forma de rendir cuentas sobre su gestión social”, puntualiza la psicóloga y administradora. De este modo, los retos de las empresas para potenciar los programas de RSE son: ser conscientes de y transparentes con su compromiso social, tener un buen gobierno corporativo, jugar limpio con el consumidor, mantener políticas activas de protección al medioambiente y a los recursos humanos, y una convicción clara de lo que implica asumir la RSE.
Los actores sociales que deben participar en la consolidación de los escenarios que contribuyan a la RSE van desde la familia, las instituciones educativas, las empresas y el mismo gobierno. No obstante, la conferencista asegura que: “estamos muy lejos de tener en nuestra sociedad colombiana empresas socialmente responsables; aunque hay varios casos significativos, también se advierte que algunas entidades malinterpretan la RSE, pues la relacionan con prácticas filantrópicas o asistencialistas”.
RETOS DE LA RSE ACTUAL
Frente a este alentador panorama también aparecen nuevos retos. Uno de ellos, no dejar de lado temas que ya mostraban grandes avances a nivel de RSE y que con la crisis han pasado a segundo o tercer plano. Desde un enfoque medioambiental, múltiples organizaciones como Greenpeace y la ONU han advertido el resurgir de los plásticos de un solo uso representados en tapabocas y elementos de seguridad. Por otra parte, abanderados de la equidad de género en los ambientes laborales también expresan su preocupación.
“El desempleo total aumentó casi 24%, pero la brecha entre desempleados y desempleadas se amplió aún más, es decir, las personas que están sacando de los empleos son más mujeres que hombres. Sin duda, si no incluimos a la mujer en la reconstrucción de esta economía, los datos de PIB y demás no van a tener las cifras que buscamos”, explica María Paulina del Castillo, gestora del camino a la equidad en Aequales.
Finalmente, tal vez el mayor reto de todos sea que estas iniciativas tracen el camino hacia un capitalismo realmente consciente y que permanezcan en el core de todo negocio, no únicamente como respuestas a la crisis. Según Enrique Mañas, director técnico de Merco, “aquellas empresas que venían trabajando estratégicamente la RSE han mantenido una continuidad durante la pandemia y han desarrollado una política coherente, obteniendo por tanto un mayor reconocimiento frente aquellas que sólo han buscado el oportunismo”.
En palabras de Isabella Barrios, exgerente de Arquitectura Social Estratégica de la Andi y experta en sostenibilidad corporativa, “lo que más necesitamos ahora son empresarios que afronten los grandes retos sociales que estamos viviendo y los que están por venir, con su lógica de empresarios y no como simples donantes caritativos”
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