Las “escuelitas” o tareas dirigidas reviven en Maracaibo como un “soporte” para frenar el “retraso”, que a juicio de padres y representantes, tienen los menores desde el inicio de la educación a distancia en Venezuela en marzo del 2020.
“Yo opté por sacar a mi hija del colegio. La tenía en una escuela privada, pero allí pagaba 30 dólares y la niña no estaba aprendiendo. Es más, se estaba retrasando. La maestra le enviaba las tareas por WhatsApp, yo me sentaba con ella, pero a pesar de que soy docente, no es igual”, testificó Marly Angulo en el barrio Altamira Sur en la parroquia Cristo de Aranza en Maracaibo.
Si bien es cierto que las escuelitas siempre existieron en el país como un soporte de la escuela, ahora su sentido parece cambiar ante la educación a distancia.
Angulo aseveró que, en apenas un mes, su pequeña ya avanza con las clases presenciales en la escuelita de su comunidad, donde la atiende una licenciada en educación, que además da clases a distancia en una escuela pública. La niña, de siete años, lee más rápido y toma dictado, algo que no hacía.
Allí Marly paga cinco dólares semanales. Lo que además representa un alivio a su bolsillo. "Pago menos y mi niña ahora si está aprendiendo”, resaltó Angulo. Y es que el efecto no solo es en función del niño, sino del padre y representante.
Angulo indicó que la “escuelita” significa menos estrés para ella, ya que pese a que no está activa como docente, se dedica a su trabajo independiente y a las actividades en el hogar.
“No tengo el tiempo suficiente para esto, además lo intento, pero a pesar de que soy maestra, ella me ve como su mamá y no es igual”, dijo.
Como padre, Carlos Ferrer no difiere de la posición de Marly. Reconoce que no tiene la paciencia para enseñarle a su hijo de ocho años y que desde que lo inscribió en una “escuelita”, el niño ha avanzado.
No sacó a su hijo del colegio como hizo Marly, pero admite que está por decirle a la maestra que ya no le envíe tareas por WhatsApp, porque "no he podido seguirle el ritmo” para guiar a su niño en la educación a distancia.
El psicólogo y educador César Vargas, explicó que en tiempos de cuarentena, la tensión aumenta en los padres que ahora asumen la educación de sus hijos desde el hogar. Considera que muchos docentes, solo se encargan de encomendar las tareas a los adultos y no van más allá.
“También está el hecho de que muchos padres no tienen la pedagogía. Por más que lo intenten, ellos no son maestros”, acentuó Vargas.
Según el especialista, a esto se suma la desmotivación en los estudiantes. Al estar encerrados en sus casas, no hay socialización.
“Estar en sociedad es más que entretenerse, al estar en sociedad se aprenden valores y a interactuar con el mundo exterior. Presencialmente, en la escuela se aprende el sentido de respeto a la autoridad, disciplina, responsabilidad ypuntualidad”, expuso.
Como maestro en las tareas dirigidas de la Iglesia Casa del Alfarero, donde hay ocho niños, Vargas afirmó que los infantes llegan con problemas de lectura y ortografía.
“Se notan muchas deficiencias y lo más grave es que en niños de hasta ocho años, que debieran saber leer", detalló.
Las tares dirigidas no solo ayudan al bolsillo de los padres y representantes, sino también al de los maestros, que en educación pública, no superan los dos dólares de salario.
En el caso de la “escuelita” de la Iglesia “Casa del Alfarero”, que funciona desde hace dos meses, cobran cinco dólares semanales. Con ello, pagan el alquiler del templo y el sueldo a los educadores.
“No pretendemos sustituir a la escuelas. Esto surgió para reforzar la educación del colegio. En nuestro caso, la idea nació porque en la escuela dominical notamos que los niños tenían mucho miedo a hablar en público, no sabían leer bien, tenían problemas de escritura”, comentó Luis Valbuena, pastor de la Iglesia Casa del Alfarero, situada en la calle 82 con avenida 9 de Maracaibo.
Dulce Pirela es la maestra de la hija de Marly en Pomona. Trabaja en una escuela pública dependiente del Ministerio de Educación, pero allí su sueldo no supera un dólar.
“Yo siempre he dado escuelita en mi casa, pero ahora es distinto, ahora lo hago para subsistir porque en el colegio el pago no me alcanza ni para el pasaje”, refirió Pirela.
Expresó su inconformidad con el programa “cada familia es una escuela”, decretado por la gestión de Nicolás Maduro ante la educación a distancia. Recalcó que nada puede sustituir a la escuela.
“Yo atiendo a seis niños y como profesional de la educación, doy testimonio de que los estudiantes se han retrasado con la educación a distancia. Nada se compara con las clases personales. Por eso la gente está buscando las tareas dirigidas en su comunidad. Por primera vez, veo que todas mis amigas y colegas tienen escuelitas en sus casa, es que esto les ayuda económicamente”, manifestó.
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