Leyes de Núremberg: la base legal del Holocausto
The New York Times

Leyes de Núremberg: la base legal del Holocausto

Fue el primer paso hacia el exterminio. Las conocidas como leyes de Núremberg sirvieron como soporte legal para la discriminación y persecución de los judíos

Barrios Arce Veronica | 9 abr 2021

“Plaga”, “parásito”, “veneno para la raza”... Estos calificativos dedicados a los judíos eran parte de la retórica antisemita que utilizaron los nazis antes de su llegada al poder. Se podían escuchar en los mítines del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) y leer en los editoriales del Völkische Beobachter, el diario oficial nazi, o en Mein Kampf, el ideario escrito por Hitler en 1925. No es de extrañar, por tanto, que cuando el líder nazi llegó al poder en 1933 tomara medidas para aislar al judío y evitar que siguiera “contaminando” a la raza germánica.

Pero, además de una amenaza biológica, los nazis consideraban a los judíos un peligro político y social. A pesar de no llegar al uno por ciento de la población (505.000 de un total de 67 millones, según el censo de 1933), se les señaló como los causantes de todos los males de Alemania: de la derrota en la Gran Guerra (fueron acusados de sabotear el esfuerzo bélico “apuñalando por la espalda” al ejército alemán), la crisis económica (por la avaricia del “capitalismo judío”), la debilidad de la nación (“república de judíos”, llamaban a la democracia parlamentaria de Weimar), la agitación proletaria (el mito de la conspiración judeobolchevique), la degeneración del arte... Fueron el chivo expiatorio que necesita toda ideología totalitaria para sustentarse.

El camino hacia la discriminación

Las primeras medidas antisemitas auspiciadas por el gobierno de Hitler se tomaron en abril de 1933, dos meses después del ascenso de los nazis al poder. El día 1, se organizó un boicot nacional a todos los comercios judíos. Y el 7, se promulgó una ley que prohibía a los judíos ocupar cargos en el funcionariado de las instituciones del Estado.

Estas medidas, en muchos casos ejecutadas gracias a la acción intimidatoria de los “camisas pardas”, causaron un notable descontento social. Esto es así porque para una parte importante de los votantes del NSDAP, la “cuestión judía”, como la denominaban los nazis, no era algo prioritario. Lo que les preocupaba era conseguir trabajo, que hubiera seguridad en las calles y que el país se recuperara económicamente. De hecho, según una encuesta realizada en 1934 sobre los motivos del apoyo a Hitler, el 60% de los encuestados ni siquiera mencionó a los judíos.

Boicot a los comercios judíos del 1 de abril de 1933.

Esta impopularidad, unida a las protestas internacionales que se estaban produciendo, el temor a las consecuencias económicas que podrían derivarse de una excesiva presión sobre los empresarios judíos y la inquietud de los socios conservadores de los nazis, que habían insistido en excluir de estas leyes a los veteranos de guerra, provocó un enfriamiento de la persecución antisemita.

Aun así, las medidas discriminatorias y el discurso antijudío fueron calando poco a poco en la sociedad alemana. Un discurso que fue alimentado por la propaganda del régimen como forma de contrarrestar el desvanecimiento de la euforia inicial que generó el establecimiento del Tercer Reich y su creciente pérdida de popularidad. El pueblo alemán veía cómo la crisis continuaba y los rumores sobre la corrupción de los jefes nazis crecía.

Sin embargo, con el paso de los meses, ya fuera por convicción, oportunismo (aquellos que ocupaban los puestos de trabajo de los judíos expulsados), interés (los que se beneficiaban de la pérdida de clientela de los negocios judíos), indiferencia o miedo, cada vez más alemanes “arios” aceptaban, e incluso justificaban, el hostigamiento que sufrían sus conciudadanos judíos. Algunos de los cuales, unos 37.000 en 1933, habían empezado a hacer las maletas.

La sinagoga de Núremberg, que se puede ver al fondo de la imagen, fue destruida en 1938.

La sinagoga de Núremberg, que se puede ver al fondo de la imagen, fue destruida en 1938.

 Dominio público

Discriminados ante la ley

La represión antijudía no se había frenado, solo ralentizado. En mayo de 1933, se quemaron públicamente libros en las principales ciudades universitarias, muchos de ellos de autores judíos. En julio, se revocó la ciudadanía alemana a los judíos nacionalizados después de 1918. En 1934, se reanudaron los boicots a los negocios judíos, acompañados a menudo por actos violentos. En 1935, se extendieron por todo el país, en comercios, piscinas, accesos a pueblos y ciudades, carteles que humillaban a los judíos o prohibían su entrada.

Una de esas poblaciones era Núremberg. La “ciudad más alemana” de Alemania, como la llamaba Hitler, era la sede de los congresos del partido nazi y del diario Der Stürmer, un panfleto agresivamente antisemita –“Los judíos son nuestra desgracia”, decía su lema– editado por el fanático Julius Streicher. El 15 de septiembre de 1935, durante la concentración anual del NSDAP, el canciller hizo un anuncio que iba a sellar definitivamente el destino de los judíos alemanes: la Ley de ciudadanía del Reich y la Ley para la protección de la sangre y el honor alemanes.

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