El informe Trabajo infantil: estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir, publicado en vísperas de la conmemoración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), pone de relieve que los avances para erradicar el trabajo infantil se han estancado por primera vez desde hace 20 años y que se ha invertido la tendencia hacia la disminución del trabajo infantil, que venía registrando una importante disminución de 94 millones de 2000 a 2016.
El aumento se ha centrado en el número de niñas y niños de 5 a 11 años trabajando, que son 16,8 millones más que en 2016. También ha aumentado el número de quienes realizan trabajos peligros, que ha pasado de 72.5 a 79 millones, aumentado en 6,5 millones.
Las niñas y niños que trabajan corren el riesgo de padecer daños físicos y mentales que limitarán su desarrollo y comprometen su futuro. El trabajo infantil merma su educación, restringe sus derechos, limita sus oportunidades y da lugar a círculos viciosos intergeneracionales de pobreza y trabajo infantil.
El Director de la Oficina de la OIT para España, Joaquín Nieto, ha alertado de que “el aumento del trabajo infantil en pleno siglo XXI, en un mundo que genera más riqueza que nunca, es un fracaso que la humanidad no puede aceptar pasivamente”. Nieto ha denunciado que “este incremento revela un grave incumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por el que todos los países del mundo se comprometieron en 2015 a eliminar el trabajo infantil para 2025”.
Por regiones, el aumento se ha focalizado en África subsahariana, donde el aumento demográfico, las frecuentes crisis, la pobreza extrema y las medidas inadecuadas de protección social han provocado que 16,6 millones de niños más hayan realizado trabajo infantil a lo largo de los últimos cuatro años.
Avances en la reducción del trabajo infantil en el período 2016-2020 han seguido produciéndose en América Latina y el Caribe, así como en Asia y Pacífico, pero han sido insuficientes para equilibrar el aumento en la región africana.
Además, la crisis económica y el cierre de centros educativos como consecuencia de la pandemia de COVID-19 pueden conllevar que los niños trabajen más horas o en peores condiciones, obligados a sufrir las peores formas de trabajo infantil debido a la pérdida de empleo e ingresos de las familias vulnerables.
El informe advierte de que, a escala mundial, para finales de 2022 nueve millones de niños más corren el riesgo de verse abocados a la realización de trabajo infantil como consecuencia de la pandemia. Esa cifra podría aumentar a 46 millones en el caso de que no se adopten medidas de protección social esencial.
“La COVID-19 y sus consecuencias, como el cierre de escuelas o la crisis socioeconómica, han empeorado un problema que ya era muy grave antes de la pandemia”, asegura Carmen Molina, directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de UNICEF España. “En el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, debemos redoblar nuestros esfuerzos para garantizar la protección y el derecho a la educación y a la salud de cada niño, niña y adolescente, esté donde esté”.
Entre las principales conclusiones del informe cabe destacar:
Para evitar que el trabajo infantil siga aumentando, la OIT y UNICEF abogan por:
En el marco del Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, la asociación internacional Alliance 8.7, de la que forman parte UNICEF y la OIT, alienta a Estados miembros, empresas, sindicatos, la sociedad civil y organizaciones regionales e internacionales a que redoblen sus esfuerzos en la lucha mundial contra el trabajo infantil para facilitar compromisos de acción específicos.
A lo largo de una semana de trabajo, del 10 al 17 de junio, el director general de la OIT, Guy Ryder, y la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, participarán con varios ponentes de alto nivel y promotores de los jóvenes en un importante evento en el marco de la Conferencia Internacional del Trabajo, a fin de debatir la publicación de nuevas previsiones mundiales y las medidas que cabe adoptar en el futuro.
“Las nuevas estimaciones constituyen una llamada de atención. No podemos quedarnos impasibles mientras se pone en riesgo una nueva generación de niños”, señala Guy Ryder, director general de la OIT. “La protección social inclusiva permite a las familias proseguir la escolarización de sus hijos aun en una coyuntura económica adversa. Es primordial aumentar las inversiones para facilitar el desarrollo rural y promover el trabajo decente en el sector agrícola. Nos encontramos en un momento crucial y los resultados que se obtengan dependerán en gran medida de las medidas de respuesta que adoptemos. Debemos reiterar nuestro compromiso y nuestra voluntad para revertir la situación e interrumpir el ciclo de pobreza y trabajo infantil”.
“Estamos perdiendo terreno en la lucha contra el trabajo infantil, y el último año no ha facilitado nuestra labor”, explica Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF. “En este segundo año de confinamientos en todo el mundo, cierre de escuelas, crisis económicas y ajustes presupuestarios a escala nacional, las familias se ven obligadas a tomar decisiones muy drásticas. Instamos a los gobiernos y a los bancos internacionales de desarrollo a que den prioridad a las inversiones en programas que permitan a los niños salir de la fuerza de trabajo y regresar a la escuela, así como en programas de protección social que faciliten esa labor a las familias”.
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