El Real Madrid participó en el Periscope que Gerard Piqué ya tenía entre manos. Respondió con grandeza en el Camp Nou cuando peor pintaba la cosa. Benzema igualó el partido y Cristiano Ronaldo firmó el 1-2 definitivo a cinco del final. El Clásico lo acabó decidiendo el hombre que se escondía en las noches grandes. Pero él no fue el único que se señaló el escudo. Ahí estaba en el pecho. El Madrid recuperó el respeto perdido. El que comenzó a ganarse Zidane como entrenador.
El Clásico acabó en pedazos. La enorme respuesta blanca confundió a un Barcelona irreconocible que no suele inquietarse con casi nada . Esta vez sí tembló. Hasta los cimientos más estables lo hacen. Cometió el grave error de dar a su rival por muerto. Eso no se hace, y mucho menos si ese es el Real Madrid.
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