El liderazgo es el propio corazón y el alma de la dirección de la empresa u organización. En el fondo, para dirigir una empresa no basta con bajar números, remodelar el organigrama ni aplicar las últimas fórmulas de la escuela de administración de empresas.
La dirección y el liderazgo están inextricablemente unidos, por supuesto, pero, con objeto de establecer una distinción clara, diría que la dirección es algo objetivo: uno quiere alcanzar una meta, avanzar desde aquí hasta allí y poder medir los resultados.
El liderazgo, en fin de cuentas, es otra cosa. Es algo puramente subjetivo, de difícil definición e imposible medida objetiva, que no se puede enseñar en ninguna escuela. Y, sin embargo, siempre está ahí, palpable en toda empresa, marcando la personalidad de cada compañía, como reflejo del carácter y la personalidad del jefe máximo y de su equipo de colaboradores inmediatos. A mi modo de ver, la calidad del liderazgo es el principal ingrediente de la receta para el éxito en la empresa.
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