Aritz García
Dice el famoso refrán del abuelo que se recoge lo que se siembra. La noche del sábado 11 de febrero, Objetivo Eurovisión recogió lo que lleva años sembrando con su disparatado fomento de la música como un espectáculo televisivo competitivo y necio. Fue en la recta final, justo cuando se habían producido las votaciones del jurado profesional y las del público. El destino quiso que empatasen a votos dos de los aspirantes a representar a España en el festival europeo de la canción el próximo 13 de mayo: Manel Navarro y Mirela. La decisión final recayó sobre el jurado formado por Xavi Martínez, Virginia Díaz y Javier Cárdenas, tres conocidos locutores de la radio musical española. Dieron ganador al primero, pero no sin tensiones.
Difícil ver una situación más patética que la televisada por la primera cadena pública. Entre gritos acusatorios, abucheos y desorden, los hooligans se adueñaron de Objetivo Eurovisión. Era algo que se veía venir a medida que transcurría la ceremonia de elección. Como en los partidos de fútbol entre equipos rivales, los seguidores de uno y otro candidato hacían por mostrar quienes gritaban más, ganando por aplastamiento los de Mirela, la joven que había interpretado Contigo, una composición de pop latino. Pero la temperatura del ambiente se disparó y este concurso musical, devaluado hasta niveles lamentables desde hace muchos años, tomó categoría de despropósito mayúsculo.
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