Lovelock afirmaba la existencia de un sistema de control de la temperatura, composición atmosférica y salinidad oceánica debido a que la temperatura global de la Tierra ha permanecido constante a pesar de la energía proporcionada por el Sol; la composición atmosférica se mantiene constante, al igual que la salinidad de los océanos. Para él, la amenaza real consiste en que se alteren las zonas donde residen los circuitos primarios del control planetario, es decir, el cinturón de las selvas tropicales y las plataformas continentales.
Para los antiguos griegos era la diosa primigenia de la Tierra, la madre del cielo, el mar y las montañas; una presencia cariñosa, femenina y nutridora, también cruel con cualquiera que no viviera en armonía con el planeta, un nombre muy apropiado para esta teoría. “Gaia es un sistema en evolución, compuesto por todas las cosas vivas y la superficie de su medioambiente -los océanos, la atmósfera y las rocas-...un sistema que ha surgido de la interacción recíproca de los organismos y su entorno, a través de los eones de vida sobre la Tierra”, dice Lovelock.(1)
El científico inglés James Lovelock en una foto reciente
La Tierra, no un planeta inerte sino un ser vivo, una mirada cercana a la de los llamados pueblos primitivos que rendían culto a la naturaleza y a su espíritu presente en cada uno de sus elementos. Una madre sagrada para diferentes tradiciones, los antiguos griegos e hindúes, así como las comunidades indígenas. Una progenitora con diferentes nombres, Pachamama, Tonantzin, Deméter, Cibeles, Ceres, Gea o Gaia, entre otros.
Lovelock no tiene la misma concepción animista de la Tierra, no habla de piedras o árboles con sentimientos o voluntad. El término 'vivo' lo refiere a algo activo, en funcionamiento. Es una percepción esencialmente fisiológica que se ocupa de la totalidad del sistema, no de partes separadas del planeta; una visión del espacio, como él dice, de “arriba a abajo”.
A la comunidad científica esta teoría le pareció, en principio, una auténtica tontería, algo más propio de un místico que de un hombre de ciencia. Una de las críticas es que la hipótesis de Gaia es teleológica, esto significa que afirma un propósito definido para la autorregulación planetaria. Lovelock argumenta que esto no es lo que concluye su teoría: “En este sistema, la autorregulación del clima y la composición química son totalmente automáticos, La autorregulación se produce al evolucionar el sistema. Ningún tipo de proyecto, plan o teleología (propósito de la naturaleza) están implicados”.(2)
Otros lo acusan de ser antidarwinista, aspecto que refuta el microbiólogo español Ricard Guerrero en el prólogo del libro ‘Las Edades de Gaia’: “En efecto, en la teoría de Gaia la evolución de los seres vivos por selección natural desempeña un papel importante en la autorregulación del planeta; la evolución biológica y la geológica son contempladas como dos procesos íntimamente relacionados”. (3)
En esta línea de críticas también están los neodarwinistas que, como Lovelock explica, se oponen y ridiculizan su hipótesis. “Gaia no puede reproducirse, dicen, y por tanto no puede evolucionar en competencia con otros planetas. Por tanto, no puede estar viva. Es verdad que Gaia no está viva como tú o yo. No tiene ningún propósito y no puede moverse por su propia voluntad ni hacer el amor. Pero tampoco pueden hacerlo muchos tipos de bacterias...Y, a mayor escala, ¿qué hay de los ecosistemas completos, como los bosques? ¿Es necesario proclamarlos muertos a todos?”. (4)
En realidad, muchas críticas provienen de distintos ámbitos de científicos que estudian la vida y la Tierra desde las limitaciones de su especialidad. Es una visión más estrecha, que concibe el todo como la suma de las partes, una mirada ‘de abajo a arriba’ que aunque entiende y acepta la relación entre vida y medio ambiente no asimila la idea de la Tierra como un sistema singular y único, un superorganismo como ya había sugerido en 1785 el científico británico James Hutton.
Lovelock piensa que este rechazo instintivo a su teoría, a ver la Tierra como un sistema vivo, obedece al centrismo humano, a la tendencia de considerarnos más vivos que otros animales y organismos. Para Isabel Esteve, catedrática de microbiología de la Universidad Autónoma de Barcelona, la teoría Gaia es una lección de humildad para el Hombre: “Sirve para rebajarnos los humos, que no nos veamos tan importantes ni pensemos que todo gira a nuestro alrededor y seamos un poco más humildes. Todos somos necesarios, todos nos controlamos mutuamente, para bien o para mal, y a la vez controlamos el ambiente. La encuentro muy vigente porque no es solamente ciencia, también es filosofía para entender el funcionamiento de nuestro planeta”.
Así, el año 1970, el día 22 de abril (equinoccio de primavera en el hemisferio norte) se celebró por primera vez el Día de la Tierra. Más de 20 millones de personas respondieron a la convocatoria, estableciendo en sus comunidades, universidades y colegios, una plataforma de difusión y discusión sobre el medio ambiente y sus principales problemas.
Algunos han abierto los ojos a la realidad. Uno de aquellos días fue el 22 de abril de 1970. En Estados Unidos, millones de personas despertaron, salieron a la calle y, como si estuvieran frente a los tribunales, alzaron la voz, exigieron justicia para la Tierra. Así nació su día. 20 años después 141 países lanzaron los mismos gritos de ayuda, de solidaridad, a los que respondió Barcelona que, de manera oficial, creó el ‘Día de la Tierra’ en 1996. El Parque de la Ciudadela abrió este año su Arco del Triunfo para la 12 edición, con el lema de la lucha contra la toxicidad de los productos químicos, de cómo reducir esta negativa presencia en la vida cotidiana. “El problema no es la Tierra, ella continúa su evolución, pero si el Hombre no cambia se destruirá a sí mismo”, explica José Puig, promotor desde sus inicios de esta Feria que siempre se organiza alrededor del 22 de abril. Jame Lovelock dice lo mismo en otras palabras: “Si perdemos nuestro hábitat, la vida y su medio ambiente sobre la Tierra, Gaia, continuarán, pero la humanidad ya no será parte de ellas”.(5)
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