La meta de la iniciativa fue generar insumos sustentables para la agricultura, a partir de macroalgas marinas, y prescindiendo del plástico. Este material, luego de ser utilizado en la agricultura, se quema y eso genera gases de efecto invernadero, explica Natalia Rivera, ingeniera agrónoma y encargada de operaciones del proyecto. “Entonces, nosotros apuntamos a que se disminuya el uso del plástico y a reemplazarlo por un producto ecológico”.
El resultado fueron cinco productos, elaborados de algas, resinas y cartón, entre los que destacan las bandejas de almácigos y el manto protector, ambos biodegradables, con un 60% de algas, especies que prácticamente son un desecho en las playas.
Durante los 26 meses de ejecución, se trabajó en las comunas de Río Hurtado, Ovalle y Coquimbo, donde, a través de talleres, agricultores, algueros y estudiantes pudieron conocer las etapas y los avances de la iniciativa, así como también las propiedades y beneficios de las macroalgas.
Nuevo valor para las algas
El proyecto posibilitó mejorar el emprendimiento, en especial, a los algueros de las playas Changa y La Herradura, además de optimizar los procesos de tecnologías en cuanto a la alfabetización digital. Hasta el momento, las algas no tienen un valor comercial en el país, a excepción del “pelillo”, que por lo demás, se extrae cantidades muy pequeñas. Por esto, el proyecto invitó a utilizar aquellas macroalgas que, en su mayoría, se encuentran varadas en las costas de Chile.
“Estoy muy contenta con este proyecto, porque he participado en varias actividades y se ha logrado el objetivo”, dice Celia Tapia, administradora de la cooperativa Isla Gracilaria. “Cuando nosotros escuchamos que el alga podría utilizarse en distintas áreas, como, por ejemplo, en la agricultura o en la comida, nos alegramos, porque así se le da un uso al producto y no termina en el vertedero”, acota.
Para Alejandra Gallegos, encargada de transferencia y gestión del proyecto, éste “fue beneficioso para la comunidad de pescadores y agricultores con los que trabajamos, dado que se cumplieron los objetivos, es decir, obtuvimos la bandeja de almácigos y el manto protector biodegradable con un 60% de algas, especies que prácticamente son un desecho en las playas. Por lo tanto, pudimos reutilizar este elemento para hacer insumos para la agricultura y así poder contribuir con la disminución del plástico”, enfatiza.
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