Esta semana inició el III Congreso de Áreas Protegidas de Latinoamérica y el Caribe (Caplac) en Lima, Perú. Este evento convocado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -UICN- que se realizará hasta el 17 de octubre, reúne a autoridades gubernamentales, organismos multilaterales, líderes de comunidades y empresarios. Los planteamientos finales que surjan se presentarán ante el Convenio sobre la Diversidad Biológica, que revisará las Metas de Aichi en 2020, en China.
Durante la apertura del Congreso, WWF hizo un llamado a gobernantes, empresarios y comunidades de América Latina y el Caribe a valorar los servicios que las áreas protegidas y conservadas prestan a la naturaleza y a las personas, comprometiéndose a invertir mayores recursos para fortalecer la gobernanza y gestionar efectivamente estos reservorios de biodiversidad, reconociendo los derechos de los comunidades locales y los pueblos indígenas.
Roberto Troya, Director Regional de WWF en Latinoamérica, aseguró que este Congreso es clave para WWF pues “en él se dará forma a compromisos para reducir las presiones que existen en las áreas protegidas, como la deforestación y la contaminación derivada de la minería . De continuar con su deterioro, se acelerará la crisis de la biodiversidad y se pondrá en peligro el bienestar humano”.
Troya agregó que la organización busca que la Declaración de Lima, que plasmará el resultado de la reunión, incorpore a las áreas protegidas y conservadas como elementos fundamentales del ordenamiento y planificación del territorio; genere espacios interinstitucionales para impulsar el desarrollo sostenible, valore su rol como fuente de servicios ecosistémicos -aire limpio y agua, entre otros- y su papel para cumplir con los compromisos climáticos; reconozca su rol para proteger valores culturales y generar recursos y promueva la participación de las comunidades y los pueblos indígenas en el comanejo de los recursos naturales.
“Es preciso apoyar a los Pueblos Indígenas bajo amenaza y empoderarlos pues son los guardianes de la biodiversidad y quienes pueden influir en su conservación de forma directa. Los gobiernos y los administradores de las áreas protegidas deben incorporar a las políticas públicas su uso y conocimiento tradicional de los recursos, la tenencia de la tierra y los sistemas de control y alerta temprana”, indicó por su parte Mariana Ferreira, Gerente de Ciencias de WWF Brasil.
Estos objetivos también contribuyen al Nuevo Acuerdo para la Naturaleza y las Personas, impulsado por WWF. Este Acuerdo busca terminar con la extinción de especies, reducir a la mitad la huella ecológica de la producción y el consumo, proteger y conservar 30% de las áreas terrestres, de agua dulce y océanos y manejar sustentablemente un 20% adicional. En este entorno, las áreas protegidas son uno de los instrumentos más efectivos en la conservación de la biodiversidad. Y son, también, la única herramienta medible en los avances de la Metas de Aichi.
Durante el Caplac, WWF celebrará eventos paralelos que abordarán temas como jaguar, cogestión, el financiamiento para Áreas Protegidas y su rol en la agenda climática.
La región ha sobrepasado la Meta 11 de Aichi, que fijó que Latinoamérica tuviera el 17% de sus áreas terrestres y aguas continentales y 10% de sus áreas marinas y costeras como áreas protegidas en el 2020. A la fecha, la zona tiene 22.3% de áreas terrestres y 12.2% de marinas bajo algún esquema de protección. Con esta meta cumplida, ahora busca enfocarse en su manejo efectivo y financiamiento, de tal forma que este avance no se vea afectado por procesos de degradación, reducción y de anulación de la protección.
Si bien se han logrado avances, las presiones contra las áreas naturales continúan. Las selvas tropicales se están reduciendo: casi el 20% de la Amazonía ha desaparecido en tan solo 50 años (Nobre, 2016). Las tasas actuales de extinción de especies son de 100 a 1.000 veces mayores que en el pasado de la historia de la Tierra antes del ser humano.
De acuerdo, al Informe Planeta Vivo -publicado por WWF en 2018- América Latina ha sufrido la disminución más dramática de vertebrados en el mundo, concentrando el 89% de la pérdida de 1.040 poblaciones de 689 especies estudiadas desde 1970. Se estima que las poblaciones documentadas de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles han tenido un declive de 4.8& anual desde el centro de México hasta la Patagonia, un área que conforma la región biogeográfica Neotropical, la cual alberga tres de los cinco países más biodiversos del mundo (Brasil, Colombia y México).
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