Gerd Leonhard es futurista (o futurólogo), una profesión en alza en la última década. En una era de saltos tecnológicos capaces de cambiar de forma drástica la realidad como la conocemos, se hace necesario más que nunca contar con una mirada predictiva.
Este escritor alemán se ubica en las antípodas de lo que podría considerarse un tecnofóbico. Sin embargo, cree que la única manera de lograr que la tecnología no se vuelva en contra de los intereses de la humanidad es establecer pautas claras acerca de lo que queremos para nuestro futuro. Sobre eso y sobre las innovaciones que más lo preocupan, dialogó desde Estados Unidos.
¿Cómo imagina el mundo en un par de décadas?
Predecir lo que va a ocurrir en décadas es imposible. Lo que puedo decir es que de aquí a cinco u ocho años la realidad aumentada y virtual serán tan normales como usar un ‘smartphone’ en la actualidad. Dentro de diez años, las computadoras cuánticas se convertirán en la nueva normalidad. Hablaremos de redes móviles 10G y nuestro entorno contará con una infinidad de sensores utilizados para internet de las cosas. En la próxima década, veremos que muchas de las invenciones que hoy creemos propias de la ciencia ficción se convertirán en realidad: máquinas a las que les podamos hablar, computadoras que aprendan, robots que se muevan como humanos e incluso autos que vuelen. Posibilidades tan emocionantes como preocupantes.
¿Estamos incorporando las pautas éticas para que el futuro no nos dé sorpresas negativas?
En las próximas dos décadas, la tecnología nos dará un poder y una inteligencia prácticamente ilimitados. La potencia sin control es extremadamente peligrosa... más que la energía nuclear.
Tenemos que gastar tanto tiempo y dinero en proteger a la humanidad como los que gastamos en tecnología. Porque la clave en tecnología no es lo que buscamos, sino cómo lo buscamos.
¿Qué áreas de la exploración científica y tecnológica son las que más lo preocupan?
Me preocupa que nos estemos moviendo demasiado rápido de un esquema basado en la asistencia artificial al otro focalizado en la inteligencia artificial, en el sentido de que, en lugar de ayudar a los humanos, acabe reemplazándolos. También creo que necesitamos construir pautas para el uso de métodos de edición genética en humanos. En cualquier caso, lo que sí debemos evitar a toda costa es que tanto la biotecnología como la inteligencia artificial se incorporen a la carrera armamentista.
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