La peste negra llegó para quedarse y, de hecho, ha aumentado su territorio de acción a todo el planeta desde la Edad Media. La mayor pandemia de la historia (dependiendo de los cálculos puede estar entre la primera y la cuarta) afectó al norte de África, toda Asia y toda Europa, salvo algunos enclaves que se libraron en mayor o menor medida.
A día de hoy, la peste negra, la peste bubónica o la muerte negra está por todas partes. De todas formas, no hay que alarmarse: se cura en el 85% de los casos.
No se sabe con certeza dónde empezó la enfermedad ni cómo llegó a Europa, aunque la teoría más aceptada señala al centro de Asia. Pudo desarrollarse al norte de la India, en las famosas estepas del centro del continente y el desierto de Gobi. Allí, los mongoles la habrían llevado consigo por todas sus conquistas: China primero, India, Oriente Medio, Rusia y de ahí a Europa.
La llegada de la peste negra a Europa
En Crimea había una colonia genovesa, Caffa, de donde los habitantes huyeron en barco cuando llegaron los mongoles. En esa huida llevaron consigo la peste, que alcanzó el puerto de la ciudad italiana en 1347. Algunos barcos llegaron a la costa de Venecia o Sicilia portando solo cadáveres. Desde Italia se expandió con una velocidad pasmosa al resto de Europa.
Por occidente, las primeras infecciones fueron en Francia, luego España, luego Inglaterra. Hacia el norte corrió por Hungría, Alemania y la península escandinava hasta llegar a Rusia.
Mortalidad a causa de la peste negra en cifras
Las estimaciones son desoladoras: Inglaterra y Gales pasaron de tener 4,5 millones de población a 2,2; Francia pasó de los 17,5 millones a menos de 10, la península italiana, de 12,5 millones a 750.000 habitantes, Dinamarca, de 1,5 millones a 750.000, Noruega, de 500.000 a 250.000, y los tres reinos que ahora son España pasaron de un total de algo más de 6 millones de población a 4,6 millones.
La enfermedad se cebó con toda la población, sin distinguir clases sociales, como demuestra el hecho de que muchos reyes y reinas perecieron, según las teorías más certeras, por su causa.
Origen biológico de la peste negra
Tampoco está claro qué originó la enfermedad. Primero se culpó a los judíos y, de hecho, fue la peste la culpable de que años más tarde acabaran siendo expulsados de muchos países de Europa, además de toda la ola de violencia que se cernió sobre ellos por parte de una población que necesitaba encontrar un culpable. Alguien tenía que pagar.
Con el tiempo se pasó de los judíos a las ratas. Más tarde se pensó que no eran las ratas, sino las pulgas que venían con ellas. Esta es la teoría que sigue estudiándose hoy. Sin embargo, recientes estudios de la Universidad de Oslo y de Ferrara han abierto otras dos posibilidades.
El 22 de junio de 2015, en Colorado, Estados Unidos, un adolescente murió infectado por la peste bubónica. Se cree que le picó una pulga. En abril de 2019, un avión se mantuvo en cuarentena en el aeropuerto de Ulán Bator, Mongolia, porque un matrimonio estaba infectado por la misma enfermedad. Los dos fallecieron.
La peste negra llegó para quedarse y, de hecho, ha aumentado su territorio de acción a todo el planeta desde la Edad Media. La mayor pandemia de la historia (dependiendo de los cálculos puede estar entre la primera y la cuarta) afectó al norte de África, toda Asia y toda Europa, salvo algunos enclaves que se libraron en mayor o menor medida.
A día de hoy, la peste negra, la peste bubónica o la muerte negra está por todas partes. De todas formas, no hay que alarmarse: se cura en el 85% de los casos.
No se sabe con certeza dónde empezó la enfermedad ni cómo llegó a Europa, aunque la teoría más aceptada señala al centro de Asia. Pudo desarrollarse al norte de la India, en las famosas estepas del centro del continente y el desierto de Gobi. Allí, los mongoles la habrían llevado consigo por todas sus conquistas: China primero, India, Oriente Medio, Rusia y de ahí a Europa.
La llegada de la peste negra a Europa
En Crimea había una colonia genovesa, Caffa, de donde los habitantes huyeron en barco cuando llegaron los mongoles. En esa huida llevaron consigo la peste, que alcanzó el puerto de la ciudad italiana en 1347. Algunos barcos llegaron a la costa de Venecia o Sicilia portando solo cadáveres. Desde Italia se expandió con una velocidad pasmosa al resto de Europa.
Por occidente, las primeras infecciones fueron en Francia, luego España, luego Inglaterra. Hacia el norte corrió por Hungría, Alemania y la península escandinava hasta llegar a Rusia.
Mortalidad a causa de la peste negra en cifras
Las estimaciones son desoladoras: Inglaterra y Gales pasaron de tener 4,5 millones de población a 2,2; Francia pasó de los 17,5 millones a menos de 10, la península italiana, de 12,5 millones a 750.000 habitantes, Dinamarca, de 1,5 millones a 750.000, Noruega, de 500.000 a 250.000, y los tres reinos que ahora son España pasaron de un total de algo más de 6 millones de población a 4,6 millones.
La enfermedad se cebó con toda la población, sin distinguir clases sociales, como demuestra el hecho de que muchos reyes y reinas perecieron, según las teorías más certeras, por su causa.
Origen biológico de la peste negra
Tampoco está claro qué originó la enfermedad. Primero se culpó a los judíos y, de hecho, fue la peste la culpable de que años más tarde acabaran siendo expulsados de muchos países de Europa, además de toda la ola de violencia que se cernió sobre ellos por parte de una población que necesitaba encontrar un culpable. Alguien tenía que pagar.
Con el tiempo se pasó de los judíos a las ratas. Más tarde se pensó que no eran las ratas, sino las pulgas que venían con ellas. Esta es la teoría que sigue estudiándose hoy. Sin embargo, recientes estudios de la Universidad de Oslo y de Ferrara han abierto otras dos posibilidades.
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