Marcela Sabio, la fuerza de la palabra
MORDISCO

Marcela Sabio, la fuerza de la palabra

Narradora oral, compositora, actriz. Egresada de la Universidad Nacional del Litoral, con post grados en Proyectación Arquitectónica y Puesta Escénica, en Regisseur, y estudios internacionales de especialización. Marcela Sabio en entrevista exclusiva con Gisela Mesa nos habla de su trayectoria y de su amor en el arte de narrar.

Pablo Kulcar | 18 nov 2019

Por Gisela Mesa

¿Cómo empezó la aventura de querer ser narradora oral? ¿Qué la motivó?

Por circunstancias y motivaciones familiares y personales, desde muy pequeña supe que las palabras y la música están íntimamente unidas, que son como el cuerpo y el espíritu de una poética que nos permite tanto fortalecer la memoria, los recuerdos, la identidad, como la imaginación y los deseos: la creación y re-invención que cada ser humano hace de sí a lo largo de su vida.

Teniendo apenas 6 años pedí a mis padres estudiar música para escribir las canciones que desde muy pequeña componía y “la ópera que se comprendiera” que también me había propuesto componer (una de mis abuelas escuchaba óperas, pero no sabía decirme qué historias contaban sus personajes).

Desde entonces me formé tanto en la música (compositora) como en danza, teatro, y luego seguí con la carrera de regista (directora escénica).

¿Contanos sobre tus composiciones artísticas?

Gran parte de mis más tempranas composiciones, creaciones de cuentos y comedias musicales, como así también la primera ópera que compuse: BRU-JÁCARA (la única ópera que tiene la Argentina concebida en texto y música para niñas y niños, y una de las cuatro que con esas características existen en el mundo), apuntaron con énfasis a las infancias, porque creo fervientemente en el poder liberador, creativo, lúdico, crítico y simbólico del arte, y por tanto, hasta cierto momento de mi vida, supuse que el mejor aporte que podía realizar a la sociedad era trabajando con y para las infancias.

Y digo “hasta cierto momento de mi vida”, porque cuando fui convocada por el Maestro Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España) para integrar el movimiento “flamante” e internacional de narradores orales escénicos del mundo (delegando a tal movimiento en Argentina y desde Santa Fe), me di cuenta que –sin dejar de atender al público infantil- tenía que trabajar y con mayor esfuerzo para y con adultos y jóvenes, ya que son ellos (nosotras, nosotros) los que ponemos las valoraciones en el mundo, y que si el mundo adulto ha dejado de valorar la oralidad, la escucha inteligente, el arte ancestral y renovado de narrar cuentos, historias, anécdotas, romances, en definitiva: EL ARTE DE LA PALABRA VIVA; muy poco o casi ninguno sería el impacto de nuestro trabajo con niñas y niños.

Fue por este motivo que -si bien ya habíamos formado un grupo de narradores orales para niñas y niños, montando espectáculos de narración oral para las y los más pequeños-, completé mi formación universitaria en artes musicales y escénicas, de manera internacional y específicamente en el arte de la Narración Oral.

En tus trabajos artísticos dejas ver un tinte de compromiso social..

Para mí, la creación artística no puede disociarse de un profundo compromiso social, cultural, educativo (no didactista). Por esa razón, en simultaneidad –tanto desde mis prácticas como investigadora, como educadora en disciplinas del arte (en todos los niveles de formación), como organizadora de festivales internacionales y otros eventos, como co-fundadora de un teatro, y como fundadora y directora de una biblioteca popular; he buscado  y busco constantemente diferentes estrategias artístico-creativas (dramaturgia, composición, puestas escénicas, literatura, proyectos de promoción socio-cultural, de LECTURAS) para coadyuvar a que se ejerza ese gran derecho que tenemos todas y todos los seres humanos que es el de acceder a los bienes culturales, de NUTRIRNOS y satisfacer tanto el hambre “pan” como el de “palabras”. Esas palabras que fortalecen el terreno simbólico del cual nos valemos para leer todos los mundos, nombrar-nos y existir, hacernos visibles en ellos: estrategias de resiliencia y de reinvención de la realidad.

Se sabe que las nuevas tecnologías reinan en el ocio infantil. ¿Qué opinión tienes sobre este tema?

Las lecturas siempre han comenzado, comienzan y comenzarán por la más compleja y a la vez primaria lectura que realizamos todas y todos desde recién nacidos: la lectura de otro ser humano.

La recuperación y sostén de ese ejercicio que realizamos ni bien nacemos, daría salud y calidad de comunicación y vinculaciones humanas en nuestras culturas, restaurando la trama rica y diversa que niñas, niños, mujeres y hombres vamos conformando en la diversidad y el respeto por esa diversidad.

Está profundamente estudiado y comprobado que, aún con las más sofisticadas tecnologías de las que ya disponemos y de las que seguramente vendrán, no hay mayor poder de con-moción (movernos juntos con) de provocación y estimulación del imaginario, de TRANSFORMACIÓN, que un ser humano que habla mirando directamente a los ojos a otro ser humano, que dice con la voz, con el cuerpo, con las emociones y el intelecto, y hace existir en un tiempo “aquí y ahora”, que necesita de esas presencias. Donde para cada uno/uno de los participantes de ese diálogo, el/la otro, otra, es alguien que es tenido en cuenta, que es escuchado –aún en los silencios-, que cuenta conmigo y con quien cuento.

¿La tecnología actúa como agente de los actuales paradigmas establecidos como verdad?

Si bien puede parecer abrumadora e irreversible la “inmersión” y colonización tecnológica en la que socialmente nos encontramos (muchas veces, por elección, por comodidad, por moda), colonización tecnológica que profundiza la brecha de la desigualdad y la incomunicación, favoreciendo la división y el individualismo que se cobra más víctimas en las infancias; sé, sabemos que si construimos opciones de recuperar ese tiempo poético del “para todo y para nada”, del juego y la creatividad, de historia e imaginación, ese tiempo de estar más presentes como adultos para “presentar el mundo” a nuestros niños, haciéndolo un lugar menos inhóspito, menos arrasado y mísero, más confiable y disfrutable, más  interesante y asombroso… seguro, segurísimo que -sin importar la edad- las personas terminamos eligiendo esa experiencia compartida de aprehender la realidad y de ser los artífices de esa gran aventura de nombrar y hacer existir (como decía Liliana Bodoc: “contamos para que ocurra”), de ser los actores de nuestra propia vida y felicidad. Aventura conjunta de re-inventarnos según nuestra historia y necesidades, espacio-tiempo en que se manifiesta nuestra esencialidad humana hecha de palabras que cantan y en-cantan. Esto ocurre tanto en la cotidianeidad como en el terreno del arte.

¿Qué es la narración oral como espectáculo?

La narración oral es patrimonio de la humanidad desde la primera mujer o el primer hombre que tuvo palabras para nombrar con otros sus anhelos y desventuras, sus alegrías y descubrimientos, los caminos nacidos y los soñados.

Todas, todos contamos. Necesitamos hacerlo, porque cada experiencia, cada aprendizaje, cada vivencia se ordena en nuestro pensamiento de “modo narrativo”, como si fuese un cuento que precisa ser compartido con otros para existir y que exista.

Cuando la narración oral pasa del terreno de esa realidad cotidiana, a la otra que es la de la ficción, se convierte en arte y como tal, abreva de y potencia los recursos principales y más cercanos de que nos valemos los seres humanos para todas las artes escénicas y musicales: nuestra voz y nuestro cuerpo como caja de resonancia de “el verbo”, de la PALABRA vibrante, del pensamiento y de las emociones.

Narración oral y Teatro son dos artes escénicas diferentes que comparten los recursos de que se valen estéticamente para expresar, y, específicamente, en el caso de la narración oral artística, para COMUNICAR. La narración oral es de todas las artes, la que más se apoya y depende de la comunicación estética.

En la narración oral artística, el o la narradora no son los protagonistas, no son personajes, son los oficiantes, mediadores entre lo que se cuenta (ya sea de la tradición oral o de la literatura) y el público interlocutor (que no es sólo espectador, sino que siempre tiene un rol activo y co-creador).

En el arte de la Narración Oral el protagonista es EL CUENTO; cuento que nunca es exactamente el mismo porque va naciendo siempre como de primera vez, madurando, tomando matices diferentes según las vinculaciones que se establecen entre narrador/artista y los interlocutores, que, además de realizar la proeza del cuento en colectivo, hace sentir a cada uno, individualmente,  la alegría y fortaleza de descubrirse inventor/a de su propio cuento, de su propia historia (que luego podrá contar y recontar con otros, infinitamente).

¿La palabra es hoy un hecho revolucionario?

Los artistas, los profesionales de la narración oral se forman en muchas artes y ciencias para –en nuestras sociedades de oralidad secundaria, de medios audiovisuales y masivos de información (que no de comunicación)- poder contar con todos los públicos (edades, características, culturas) y en todos los ámbitos y circunstancias, pequeños o multitudinarios; transformando la cama de un hospital, la sala de un geriátrico, el pabellón de una cárcel, un centro de evacuados en alguna catástrofe, un salón escolar, una biblioteca, un parque, un autobús, un centro de atención a víctimas de violencia, una universidad, la mesa compartida, cualquier espacio, en un ESPACIO ESCÉNICO: mirado y mirador (y lógicamente, también los espacios que les son propios a las artes escénicas: como teatros y espacios culturales).

La narración oral, es un arte que ejercita permanentemente el ponerse en el lugar del otro/a, es un arte de despojamiento para poblarse de las voces de los demás. Es un acto que democratiza el poder revolucionario y liberador de la palabra viva, dicha con todo el cuerpo y a viva voz. Es un arte que precisa que el narrador sea, primero, un buen “escuchador”. Un acto de comunión entre ética y estética. Un profundo acto de amor. Si así acontece, siempre es con-movedor. Transforma.

Donde más se ve esta interacción, esta co-invención, es con el público infantil, que, sin lugar a dudas es el más exigente, el más espontáneo, el que más nos pone a prueba en el difícil arte de la improvisación lúdica y creativa. Niñas y niños descubren inmediatamente cuándo los adultos nos entregamos sinceramente al juego creador, y cuándo –en cambio- “hacemos como que jugamos”. El juego y el arte son “cosa seria”.

¿El arte es ruptura pero también construcción de algo diferente?

El arte de la narración oral es de por sí un arte a contra corriente -por las características antes enunciadas de las sociedades en que vivimos-, un reto necesario que precisa de formación e indagación constantes. El o la narrador/a oral debe hacer un entrenamiento riguroso de toma de consciencia del propio cuerpo que cuenta (que siempre y en la oralidad es mucho más que lo que cuentan las palabras), como así también, de lo que cuentan los cuerpos y voces de los demás. El o la narrador/a oral debe volverse un hábil observador, lector de palabras y de seres humanos, de imágenes y miradas, de historias sonoras y escritas, de susurros, gritos y silencios, de esa partitura sonoro-gestual que inscribe en cada ser humano la huella que dejan las historias y los cuentos por venir. La expectación que antecede al maravilloso acto de engendrar juntos nuevos mundos. La esperanza.

¿Qué es un cuento para vos?

CONTAR ES LEERNOS y, por tanto, un promotor natural de todo tipo de lecturas: de libros, de arte, de tecnologías, de ciencias, de sueños, de la vida misma.

CONTAR ES IMAGINAR, e imaginar tiene la misma fuerza que lo vivido. Pero el pensamiento creativo o imaginario es “un tanto perezoso”, por eso, como narradora intento abordar todo tipo de repertorio, de diferentes fuentes (orales, escritas, literarias, informativas, anecdóticas, históricas, científicas) y géneros para que todas y todos con quienes cuento se sientan incluidos, invitados, involucrados, provocados a imaginar y recrear juntos.

CONTAR ES NO OLVIDAR. No un ejercicio de memorización, sino el acto fundante de identidad y de cimiento de lo por venir.

CONTAR ES CREAR, y por tanto un acto de comunión y pluralidad, en el que como artistas no imponemos ni moralejas, ni lecturas unívocas, sino que evocamos, sugerimos y abonamos el campo para que cada quién, libremente, haga las lecturas que pueda, quiera y necesite.

CONTAR ES DESCUBRIR, y por eso, en los casi 40 años que llevo contando profesionalmente desde la música, la escritura, el teatro y la narración oral, sigo buscando puertas, ventanas, puentes, tramas, sonidos que sirvan para dar voz a la maravilla que anida en cada ser humano que se apropia del poder de las PALABRAS dichas con otros.

 

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