Braian Gallo se hizo conocido contra su voluntad, y por las redes sociales. Su foto como autoridad de mesa, con la leyenda “Si votás en Moreno no lleves cosas de valor”, fue la ratificación de un estereotipo que condena de antemano. Es el que pesa sobre los de siempre, los que usan gorrita y ropa deportiva, los que tienen piel morocha. Aquellos a quienes el “control poblacional” les exige el DNI. El prejuicio desparramado en las redes tuvo algunas adhesiones, pero sobre todo concitó rechazo. Entre ellos, el del presidente electo, que tuiteó: "El país que se viene va a dejar atrás los prejuicios y la discriminación. Todos somos Brian". No se quedó ahí: el miércoles recibió a Braian y a su familia. Lo abrazó, le sacó la icónica gorrita, se la puso él y le dijo: “Esto que te pasó es producto de una política que a vos te hace peligroso y al policía que mata por la espalda lo hace un héroe”.

Braian, su hijito Mateo, su pareja Ailén y su madre Verónica llegaron ayer a las oficinas que Fernández tiene en la calle México al 300. El encuentro fue más que distendido. Alberto le pidió que le contara todo sobre él. Entonces el joven le habló de su vida, de su rol como militante social desde hace un año y medio en una cooperativa de trabajo, de su familia y de las ganas de Ailén de estudiar medicina. "También nos cagamos de la risa un rato”, sintetizó el joven después. Antes de que finalizara la cita, le hizo grabar al presidente electo tres videos con saludos: uno para les chiques del club Casa 2000, donde él es voluntario; otro para una familiar que cumple 15 años, “y ahora uno para la abuela”. Alberto preguntó el nombre de la abuela, lo repitió, dijo "vamos" e improvisó el saludo frente al teléfono celular.

 

Durante la charla, Fernández condenó la discriminación y le habló a Brian de su hijo Estanislao. “Él, que vivió en otros lugares, durante años se vistió con su bermuda y con gorrita. ¿Qué es eso de que porque portás cara sos responsable?", reflexionó. El comentario no fue casual. Esa mañana su hijo, drag queen y cosplayer, fue blanco de un tuit discriminatorio del hijo de Jair Bolsonaro. De hecho, tanto el caso de Brian como el de Estanislao fueron trending topic en Twitter.

“En estos últimos años la policía se cansó de pararme a mí y a muchos de donde vivo”, contó Braian a Página/12. “Hay veces que las señoras te ven por la calle así, con visera, y se cruzan (de vereda) o caminan rápido”, agregó. Las palabras de Alberto Fernández (“esto es producto de una política que a vos te hace peligroso y al policía que mata por la espalda, un héroe”) apuntan directamente a la "doctrina Chocobar", el caso del cabo que mató por la espalda, fue procesado por homicidio agravado y aún así celebrado por el presidente y su ministra de Seguridad. “Es así como dijo el presidente Fernández, todo tiene que ver con estos cuatro años”, confirmó Braian e insistió: “Es así, la policía te mata y eso no puede ser, por más que alguien esté robando”.

Braian tiene 22, pero desde chico sabe lo que es ser perseguido. “A mis amigos también les pasa lo mismo, por más que sean trabajadores y no chorros”, dice. Desde hace tres años vive en San Alberto, un barrio que nació como una toma de tierras en la localidad de Cuartel Quinto, en Moreno. Allí intenta construir su casa de material. “Por ahora tengo ladrillos para hacer otra pieza y un baño, la plata no me alcanzó para más”, lamenta. Trabaja desde chico. Fue ayudante de albañil de su abuelo y de algún que otro contratista. Sabe también algo de electricidad, y esas fueron las bases para empezar a hacer una vivienda para su familia, con sus propias manos.

Cuando “llegó la malaria” acudió a un plan social, a cambio del cual por la mañana limpia arroyos y por la tarde colabora en un merendero. Braian dice que la ropa por la cual fue “condenado” ni siquiera fue elegida, sino producto de la imposibilidad de elegir otra cosa. “A la ropa ni me la compro, me la compra mi familia o me la da mi hermano, porque entre comprar ropa y comprar comida, yo elijo comprar comida”, resume. Lo que tampoco eligió fue ser autoridad de mesa y aún así, como con la ropa, aceptó la responsabilidad. Dice que aquel domingo sintió “orgullo de que todos los Gallo” de su familia fueran a votar “ahí, a la mesa en la que yo estaba”. Luego, esa alegría se borró.

De la foto que lo estigmatizó se enteró a la noche, cuando después del escrutinio de su mesa en una escuela de Moreno volvió a su casa y le mostraron el posteo. “Cuando lo vi tenía ganas de mandar a la mierda a todos”, se sinceró. Con el correr de las horas se calmó. Pero como él no usa redes sociales, no se dio cuenta de cómo había crecido la bola de nieve. Cuando la magnitud del asunto creció, una de las primeras en llamarlo fue la intendenta electa de Moreno, Mariel Fernández. “Ella me dio fuerzas y pidió que no le de importancia a lo que se dijo”, cuenta ahora Braian. "Hoy me enteré que estaba circulando un meme que estigmatiza a un joven de nuestro espacio político. Su abuela Coty es mi madrina. Su madre Verónica es ahijada de la mía y además es mi amiga de la infancia. Recuerdo a Coty y mi madre hablando de sus penas largas horas", tuiteó Fernández, dirigente del Movimiento Evita.

El gesto de Alberto Fernández de ponerse la visera de Braian fue todo un mensaje político. De hecho, cuando frente a los reporteros gráficos se colocó la gorra, dijo: "Para que todos entiendan cómo es la historia. La gorra no cambia nada". Durante los 25 minutos que compartieron, Fernández le reiteró su apoyo a Braian. “No tenés por qué sentirte avergonzado de la situación que viviste”, le dijo. También resaltó lo “valioso” que había sido su gesto de “aceptar el deber cívico de ser autoridad de mesa” en las elecciones del domingo. “Muchos de los que te discriminaron no asumirían una responsabilidad así. Es más, algunos hasta no votan porque menosprecian el derecho del voto”, agregó.

Ahora, el joven de Moreno asegura que “la calentura” de todo eso ya pasó y dice que “no hay que darle más bola y pensar en laburar, como se debe”. Pero anticipó que, no obstante, va a presentar una denuncia ante el Inadi contra el autor de aquel tuit, para que “nadie vuelva a pasar más lo que me pasó a mí”.

Braian conoce sus derechos y el de los demás. El año y medio de militancia barrial le sirvió para eso y también para reposicionar sus objetivos y luchar para que su hijo crezca con mejores oportunidades. “Por eso lo que ahora quiero es un trabajo. Pero que sea en blanco”, puntualiza.

 

Braian es tan respetuoso que no llama al mandatario electo por su nombre sino por su cargo. “Haber estado con el presidente fue un orgullo y todas las cosas que me dijo me dieron fuerzas y esperanza”, asegura. Cuando quiere hablar de ese encuentro, los recuerdos se le mezclan. Dice que conversaron sobre el barrio, sobre los problemas del trabajo, sobre la pobreza. Y aclara: “La mejor parte fue la de la gorra. Porque es un orgullo que un presidente de la Nación te diga 'yo soy igual que vos' y se ponga tu visera”.