Reportaje Sierra Norte de Guadalajara. Los pueblos de teja negra

El turismo rural también tiene su público, y por ellos, es ineresane descubrir las pequeñas maravillas que nos puede ofrecer una sierra tan poco conocida como la de Guadalajara. Demos un pequeño paseo por algunos de sus secretos mejor guardados.

Situado en un enclave privilegiado, Valverde de los Arroyos nos ofrece un paréntesis a poco más de una hora de la ruidosa Madrid.

Sus callejones y casas de piedra hace tiempo que se convirtieron en el hogar del silencioso paso del tiempo.

Su amplia oferta de hospedaje rural y sus pequeñas tiendas de productos típicos, hacen de éste pequeño pueblo un lugar perfecto para abrazar la pausa qué tanto necesitamos en estos días.

Clavado en las faldas del pico Ocejón ( 2249m) dentro del parque natural de la sierra Norte de Guadalajara, disfruta de unas maravillosas vistas de km repletos de Robles, Encinas y Hayas, hogar de corzos, venados y jabalís.

Durante el invierno puedes observar su sierra nevada desde la ventana al calor de una hoguera, pero también tiene un alto atractivo en la época de verano, ya que a menos de 4 km podemos acceder andando a la cascada de Valverde. Un baño fresquito a mitad de julio nunca viene mal, y tener que usar la manta para dormir en plenos Agosto, es un placer que no todos pueden disfrutar.

Sin duda, un lugar donde reunirse al calor de una hoguera y alejarse de la rutina, a prisa y el jaleo de la gran ciudad.

La romería del Santo Alto Rey, el evento que reúne lo mejorcito de a sierra.

La romería tiene lugar el primer fin de semana de septiembre.

Por la mañana los romeros de los vecinos pueblos de la Serranía (Bustares, Albendiego, Aldeanuela de Atienza, El Ordial, Gascueña de Bornova, las Navas de Jadraque y Prádena de Atienza) suben con sus cruces procesionales y sus "Pendones" ( grandes banderas rojas, vestigios de los estándares de antiguos señores feudales) hasta el escenario situado en una pequeña pradera en la cresta de El pico Alto Rey (1852m)

Después de una misa en honor al Santo, retoma la procesión su camino hacia la ermita para terminar con una subasta en la que se decide quién colocará al Santo en su trono.

Los feligreses aprovechan para dar tres vueltas a la ermita y así pedir el deseo que a  cambió le otorga el Santo.

Después se juntan en las laderas colindantes cada pueblo con los suyos; Intercambiando pan, vino y chorizo.  Bromea y disfrutan de un día festivo al que todos están invitados.

Es un día lleno de cantos, de amor y de amistad. Los siete pueblos juntos una vez al año, en honor al santo y a la amistad entre pueblos vecinos.

Para finalizar, una rondalla ameniza la tarde y resuena con un eco que pareciera querer llenar toda la provincia.

La posición de ésta montaña, te permite observar a simple vista una gran cantidad de pueblos, y si eres capaz de agudizar la vista, cuentan que pese a los más de 100km, en un día claro, las 4 torres de Madrid recortan a lo lejos.

El hayedo de tejera negra,   no es un lugar normal, por lo tanto no se puede explicar de una manera normal, ni lógica quizás.

Situado en Cantalojas un pequeño pueblo al norte de la provincia de Guadalajara y enmarcado en el Parque Natural de La Sierra Norte, es uno de los hayedos más meridionales de la península.

Y por supuesto, un lugar que visitar si quieres ser un poco más felíz.

Al pasear entre sus troncos, puedes encontrar la seguridad suficiente como para afirmar ante cualquiera que el tiempo no es lineal ni inexorable.

Entre sus apabullantes hayas, sus magníficos robles y tejos, reina un engañoso silencio, uno que te invita a contar a quién te acompaña, todo lo que te turba.

De alguna manera, pareciera que sus raíces se nutren de los problemas, que los caminantes de alguna manera purgan en sus paseos.

Siendo un cuento en sí mismo, el otoño le viste de gala y serás incapaz de percibir la cantidad de colores que él te ofrece.

Para cerrar nuestra pequeña ruta por la sierra de Guadalajara, hablemos de una parte dolorosa de la misma. La herida que dejo la guerra civil fue profunda en esta zona, que varios pueblos quedaron deshabitados.

Tanto en la transición, como en los años siguientes, ICONA expropió numerosos pueblos de la zona amparándose en su ausencia de habitantes.

Posteriormente fueron abandonado y derruidos, dejando solo el recuerdo en las memorias de los pocos qué en ellos nacieron y aún resisten

Por eso quiero hablaros de Umbralejo.

Desde 1984, Umbralejo forma parte junto con Búbal (Huesca) y Granadilla (Cáceres) del Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados (PRUEPA)

Este programa acerca  a los adolescentes de los núcleos urbanos a éste medio rural ya casi extinto.

En Umbralejo los jóvenes aprenden a utilizar herramientas propias de otro tiempo.

Comparten su tiempo con burros, cerdos cabras y un sin fin de animales qué consumen a diario, descubriendo que no nacen en supermercados.

Creando un vínculo con la naturaleza que espolea  la unidad con ella y encamina su futuro hacia uno más sostenible.

Además del cuidado de los animales, los jóvenes de visitan Umbralejo, colaboran de manera activa en el mantenimiento y la ampliación del propio pueblo.

Hoy, paseando por sus calles, me sorprendía al ver como dos adolescentes caminaban entre (perdón) las mierdas de las vacas sin percatarse de la suciedad que en su ciudad natal no consentirían.

Y lo mejor de todo, lo más importante: En Umbralejo no hay cobertura, tampoco televisión, solo una pequeña cabina de monedas.

Entre risas, la responsable del centro me cuenta que son pocos los jóvenes que saben usar la cabina y menos los que recuerdas los teléfonos de memoria.

Ojalá cada joven de cada provincia, disfrute de un proyecto como éste.