Mientras la crisis del coronavirus succiona la atención y los recursos de los países ricos con la fuerza de un agujero negro, la otra mitad del planeta observa con preocupación mal disimulada lo que se les viene encima. Para regiones como África subsahariana, el Covid–19 puede ser una tormenta perfecta en forma de problema sanitario y, sobre todo, de catástrofe económica para la que carecen de red de seguridad. La comunidad internacional debería tenerlo muy en cuenta a la hora de diseñar su respuesta, porque en este asunto nadamos o nos hundimos juntos.
Desde el punto de vista epidemiológico, las incertidumbres son tantas como las certezas. Egipto declaró esta semana la primera muerte continental por el virus –un ciudadano alemán–, y la epidemia no tiene todavía la tracción que ha mostrado al otro lado del Mediterráneo. La edad media de la población y la respuesta del virus a climas más cálidos podrían jugar en favor de regiones como África, Centroamérica y Asia del Sur.
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