A medida que el COVID-19 aumenta los niveles de hambre en los países más desfavorecidos, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y Unicef instan a los gobiernos nacionales a prevenir las terribles consecuencias sobre la nutrición y la salud de 370 millones de niños que no están recibiendo sus menús escolares debido al cierre de escuelas.
«Para millones de niños de todo el mundo, la comida que reciben en la escuela es la única a la que acceden en todo el día. Sin ella pasan hambre,corren el riesgo de caer enfermos, de abandonar la escuela y de perder así su mejor opción para escapar de la pobreza. Debemos actuar ahora para evitar que la pandemia sanitaria se convierta en una catástrofe de hambruna», asegura el director ejecutivo del PMA, David Beasley.
Las comidas escolares son especialmente importantes para las niñas. En muchos países pobres, la promesa de una comida puede ser suficiente para que unos padres en dificultades económicas envíen a su hija a la escuela, librándola de cargas domésticas y del matrimonio temprano.
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