El Porfiriato , se refiere a un período de la historia de México marcada por el régimen autoritario Porfirio Díaz. Este periodo comienza en 1876, cuando Díaz derrocó al gobierno liberal de Sebastián Lerdo de Tejada que había sucedido en 1872 a Benito Juaréz. Díaz renuncio a la presidencia y abandonó el país en mayo de 1911.
Durante los próximos 26 años como presidente, Díaz creó un régimen sistemático y metódico con una mentalidad militar incondicional. Fue un periodo de estabilidad y mucho progreso económico en el país, pero también con severas desigualdades sociales (pobreza que aun prevalece en la actualidad), que terminó con el inicio de la revolución mexicana En los 31 años del Porfiriato se construyeron en México más de 19 000 kilómetros de vías férreas con la inversión extranjera; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital extranjero y se impulsó la industria nacional.
En las páginas de nuestra historia sobresale la figura de Porfirio Díaz como el gran estadista que logró la estabilidad política y económica, también responsable del logro de la paz social, luego de que gran parte de la vida del México anticuado que había estado dominada por la anarquía, las intervenciones extranjeras y las crisis políticas y hasta financieras. Nacido en Oaxaca en 1830, desde muy joven optó por la carrera de las armas, participó en la revolución de Ayutla, en la Guerra de Reforma, en la que alcanzó el grado de coronel, y en la Intervención francesa, en donde pasó de ser un caudillo regional a uno definitivamente nacional. Este renombre alcanzado por sus logros militares en 1867 le permitió encabezar hacia finales de 1871 la rebelión de La Noria, y aunque este primer intento fracasó, Díaz no cejó en su búsqueda del poder máximo de la nación. Cuatro años más tarde, se opuso violentamente contra la reelección del presidente Sebastián Lerdo de Tejada, iniciando así la rebelión tuxtepecana que lo conduciría al triunfo que afianzó mediante dos políticas: centralizar el poder y lograr conciliar los intereses de varios sectores de la sociedad. La alianza y el personalismo se instituyeron como parte de la identidad del manejo porfiriano del poder.
El Porfiriato inició con el control de las instancias e instituciones políticas del país en 1877 y durante trece años, hasta 1890, se caracterizó por el control sobre caudillos y caciques, la inversión extranjera, principalmente europea, la conciliación con las potencias mundiales, el saneamiento de la hacienda pública, la política de comunicaciones y transportes, el incentivo hacia la minería, el campo y la industria, y también, la tolerancia sobre los asuntos religiosos. Lo anterior permitió el auge del régimen porfirista desde 1890 hasta los primeros años del siglo xx, etapa en la que predominó el grupo conocido como los científicos, quienes determinaron la política a seguir básicamente en tres rubros: en el económico, consideraban necesario fomentar la inversión extranjera y la exportación de materias primas, eliminar las alcabalas, además de intensificar la obra pública en comunicaciones, transportes e infraestructura. En el ámbito político, proponían la instauración de una dictadura transitoria, que a su debido tiempo debía ser reemplazada por instituciones y leyes. En materia sociocultural, recomendaban la implantación de un sistema de educación pública bajo la égida del positivismo y en una identidad apegada al avance de la civilización occidental en la que el país debía insertarse definitivamente.
No obstante este auge, la avanzada edad de Díaz obligó a crear la vicepresidencia, decisión que muchos han considerado como la causa de la decadencia del Porfiriato, porque generó problemas de equilibrio dentro del equipo porfirista. La represión ejercida contra los obreros de Cananea y Río Blanco, aunada a la crisis económica de 1907, provocó las críticas hacia Ramón Corral, secretario de Gobernación, y hacia José Yves Limantour, titular de Hacienda, y golpeó a los sectores industrial y rural. A las declaraciones de Díaz publicadas a inicios de 1908, sobre la madurez democrática de los mexicanos, sobrevino la eclosión revolucionaria que ocasionaría el fin de una época. Por último, el descontento popular hacia el régimen encontró en Francisco I. Madero su apóstol, y del antirreeleccionismo se pasó a la lucha armada, dando término de esta manera a más de tres décadas de dominio porfiriano. Porfirio Díaz y el Porfiriato marcaron la historia de la segunda mitad del siglo xix mexicano y los inicios del siglo xx. El personaje y su época tejieron un periodo histórico fundamental para entender la historia moderna y contemporánea de México. Los hechos más destacados que marcaron este periodo han sido recopilados para que el público lector tenga en sus manos la consulta rápida y sencilla de un personaje y de una época.
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