Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez fue uno de los políticos mexicanos más importantes de los primeros años del México independiente. Su vida y muchas de sus decisiones fueron motivo de constante polémica, así como su proceder como titular del Ejecutivo Nacional. El 1 de abril de 1833, Santa Anna fue nombrado presidente de la República y Valentín Gómez Farías como vicepresidente. Esta elección resultó en el primero de once periodos distintos en los que el peculiar político veracruzano ejerció como presidente. Cabe destacar que, en ese momento, el primer mandatario se reportó enfermo, lo que lo imposibilitaba para ejercer el cargo, cabe recordar que, de conformidad con la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1824, en su artículo 75, las faltas del presidente podían ser suplidas: “Habrá también un vicepresidente en quien recaerán, en caso de imposibilidad física o moral del presidente, todas las facultades y prerrogativas de éste.
En realidad, Gómez Farías fungió como titular de la Presidencia debido a que Santa Anna prefería irse a su hacienda de Manga de Clavo, en vez de ejercer como titular del Ejecutivo, esta situación resulta particularmente reveladora, porque con la ausencia de Santa Anna, Gómez Farías se volvió el primer presidente civil de nuestro país. Uno de los actos más destacados del breve periodo de gobierno de este último, fue que restringió la expulsión indiscriminada de españoles, logrando la permanencia de aquellos ex súbditos de la Corona casados con mexicanos o mexicanas o que hubieran apoyado la independencia de México
Tras esta breve administración, Santa Anna ejerció efectivamente el poder por primera vez del 16 de mayo al 1 de junio de 1833, respondiendo a una petición externada por panfletos en la Ciudad de México. Además, buscaba calmar un poco el ambiente político, tras el interés del ala federalista del Congreso de aplicar reformas profundas dentro de la organización social mexicana. De esta manera, el polémico veracruzano empezó sus intermitentes gestiones como titular del Poder Ejecutivo del país, volviéndose un personaje recalcitrante de la política nacional las dos décadas siguientes, hasta su expulsión definitiva en 1855.
Valentín Gómez Farías y las primeras reformas liberales (1833)
Gómez Farías tenía cierto fervor por su patria, tan evidente que a través de todos los actos que realizó, pudo implantar una república federal, libre, y democrática en el país como lo deseaba.
Nosotros creemos que luchar por una república federal y democrática fue su gran obra; además que como vicepresidente durante el gobierno de Santa Anna, provechó las retiradas estratégicas del presidente, en las que asumiendo la presidencia, intentó cambios radicales en la estructura político-social de la nación. Por mala suerte estos cambios daban marcha atrás, cada vez que Santa Anna regresaba; a pesar de la inestabilidad política de la época, Gómez Farías sentó las bases de la reforma con principios liberales, que actualmente forman parte de nuestra constitución política.
Entre otros logros de Gómez Farías están:
-La libertad de opinión, supresión de las leyes de represión a la prensa, la abolición de los privilegios de la iglesia y el ejército, la supresión de las ordenes monásticas; así como establecer los medios que procuraran el mejoramiento de los grupos indígenas y la educación de las clases populares, todos ellos, principios liberales.
-Valentín fue constituyente en los años de 1824-1857. Otras de sus hazañas fueron la de suprimir la Universidad Pontifica de México, sustituyéndola por la Dirección General de Instrucción Pública para el Distrito y territorios de la federación. Llevó a cabo la instauración del Instituto de Ciencias Médicas, que más tarde se convirtió en la Facultad de Medicina. También dictó una ley permitiendo la organización de la Biblioteca Nacional.
El doctor José María Luis Mora fue uno de sus colaboradores más cercanos.
El documento que contiene plasmados los ideales de Valentín Gómez Farías se conoce con el nombre de "Leyes de Reforma", la expedición de estas leyes, cubrió casi un año, de abril de 1833 al mes de abril de 1834, en este lapso se dieron nuevos levantamientos en contra de la obra reformista, pero que fracasaron en su intento por impedir la tarea de Gómez Farías. En el orden económico se dispuso que el gobierno se hiciera cargo de los bienes del duque Monteleone, destinando sus rentas para el sostenimiento de la educación pública (27 de mayo de 1833); se ordenaba la secularización de las misiones de California, desde entonces sus productos pasaban a la renta nacional (17 de agosto de 1833), y los bienes y capitales de las misiones de Filipinas pasaran a la Federación (31 de agosto de 1833).
Las reformas a la iglesia prohibían al clero regular y secular, tratar asuntos políticos (6 y 8 de junio de 1833); se suprimió la coacción civil para el pago del diezmo y para el cumplimiento del voto monástico (27 de octubre y 6 de noviembre respectivamente); supresión de sacristías mayores (17 de diciembre de 1833); los edificios jesuitas fueron cedidos a los estados de la Federación (31 de enero de 1834), y se ordenaba la secularización de todas las misiones de la República (16 de abril de 1834). En cuestiones del ejército se ordenaba la destitución de los jefes militares que se pronunciaran en contra de las instituciones federales (5 de agosto de 1833); se ordena la reducción del ejército, con el fin de mantener sólo a las tropas indispensables para proteger el orden interno (11 de noviembre de 1833), se ordena la disolución de los sublevados del ejército (15 de noviembre de 1833); se ordena la formación de la milicia cívica en el D.F. y territorios (21 de marzo de 1834).
Las Siete Leyes: Constitución centralista de 1836
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