En la actualidad, las personas están más expuestas a ruidos intensos, principalmente en las ciudades, donde el tráfico, la presencia de aeropuertos e industrias y el ruido emitido por el comercio son los responsables de la contaminación acústica.
La contaminación acústica hace referencia al ruido exesivo o molesto que es provocado por las actividades humanas (tráfico, industrias, locales de ocio, aviones, barcos, entre otros), que si no es controlado adecuadamente puede producir efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos. Con el paso de los años, la contaminación acústica se ha convertido en un problema para la salud. Es por ello, que la industria ha aumentado sus esfuerzos para disminuir la emisión de ruido en fuentes específicas. Una opción para facilitar esta determinación de ruido en dichas fuentes, es localizando el punto donde se genera mayor cantidad de energía sonora. La contaminación acústica, además de afectar al oído, puede provocar efectos psicológicos negativos y otros efectos fisiopatológicos.
Por supuesto, el ruido y sus efectos negativos no auditivos sobre el comportamiento y la salud mental y física dependen de las características personales, al parecer el estrés generado por el ruido se modula en función de cada individuo y de cada situación.
La contaminación acústica no solo daña a las personas, sino que también a muchos animales amenazando la supervivencia de más de 100 especies diferentes de todo el reino animal.Muchas especies dependen de señales acústicas para la comunicación: muchos anfibios, aves, insectos y mamíferos se sirven del sonido para negocios vitales como encontrar parejas o advertir sobre los depredadores. Si la contaminación acústica ahoga estos mensajes y los apaga o no llegan a sus receptores, se dificulta su capacidad de reproducirse o huir del peligro mortal, amenazando la supervivencia y la estabilidad de su población.
También acrecenta la vulnerabilidad a los depredadores, o al contrario, propicia que los depredadores no puedan encontrar alimento. Por ejemplo, murciélagos y búhos dependen del sonido para cazar y se ven impedidos para ello si el ruido oscurece los sonidos sutiles de sus presas. Aunque la contaminación acústica sea leve o intermitente, estos animales se ven forzados a gastar más tiempo y energía en la búsqueda de alimentos, lo que podría disminuir de forma alarmante sus poblaciones.
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