Un análisis del Instituto de Investigación Sanitaria Incliva, del Hospital Clínico de Valencia, demostró que el estrés y las vivencias adversas que tienen los individuos a lo extenso de la niñez y juventud tienen la posibilidad de terminar modificando el cerebro, especialmente el de las damas.
El efecto de las vivencias adversas y estresantes es en especial a lo largo de los periodos más tempranas de la vida, pues aún se permanecen desarrollando varias de las zonas más relevantes del cerebro, entre ellas la corteza prefrontal. De esta forma lo han comprobado estudiosos de diversos centros del Estado dirigidos por Juan Nácher, catedrático de Biología Celular de la Universidad de Valencia y integrante del conjunto de Indagación en Psiquiatría y Patologías Neurodegenerativas de Incliva y del Centro de Averiguación Biomédica en Red de Salud psicológica (Cibersam) del Instituto de Salud Carlos III.
La indagación, cuyos resultados se han publicado en la revista "Neurobiology of Stress", permitió revisar cómo las vivencias estresantes que se viven a lo largo de la niñez y la juventud están afectando a ciertos circuitos neuronales de dicha zona del cerebro y tienen la posibilidad de provocar alteraciones a largo plazo en las conexiones de las neuronas y en su desempeño.
Los centros de indagación han comunicado que, aun cuando el sexo influye en la contestación al estrés y las damas poseen más probabilidades de desarrollar trastornos psiquiátricos involucrados, el razonamiento sobre los efectos del estrés y las adversidades en las féminas es aún reducido.
Para examinar los efectos a largo plazo del estrés en la vida temprana sobre los circuitos neuronales de la corteza prefrontal y revisar si el sexo tiene predominación sobre ellos, se sometió a vivencias estresantes a ratones macho y hembra a lo largo de las últimas etapas de la niñez y la juventud.
Los resultados mostraron que el estrés en la vida temprana tiene un impacto bastante fundamental sobre los circuitos neuronales de la corteza prefrontal, en especial en la de las hembras. Las primordiales alteraciones se detectaron especialmente en las "neuronas inhibidoras", un tipo de neuronas que permanecen especializadas en el control y la sincronización de las redes neuronales del cerebro, y, además, se observaron cambios en la expresión de varias moléculas que regulan la plasticidad de aquellas neuronas inhibidoras.
El análisis, que tiene como primera creadora a Clara Bueno Fernández, investigadora predoctoral de la Universidad de Valencia, se ha llevado a cabo en participación con la investigadora Carmen Sandi, del Brain and Mind Institute de L’Ecole Politechnique Federal de Lausana (Suiza), y fue financiado por el Ministerio de Ciencia y novedad y la Generalitat de Valencia.