La negociación por tanto es una herramienta importante para lograr lo que queremos de otras personas, sobre todo cuando no se tienen intereses en común. Es poco probable que nos guste, por decreto, vivir en conflicto, a menos que sea su temperamento natural. En líneas generales, afecta en mayor o menor grado la productividad de las personas. De allí que podría manifestar que la negociación y el conflicto son dos caras de la misma moneda. Necesitamos aprender a utilizar la primera para poder manejar al segundo, porque los dos estados están presentes en nuestra vida diaria.
Sin embargo de lo expuesto, el conflicto al ser considerado como una fricción entre personas, puede ser necesario para echar a andar el andamiaje de todo un proyecto, ya que si lo comparamos con un ferrocarril y su línea férrea, el vencer la fricción de las ruedas sobre los rieles, permite el impulso necesario para que dicha maquinaria comience a caminar.
No obstante, hay personas que se pasan mucho tiempo tratando de eliminar o reducir la fricción porque, en algunas situaciones, ocasiona desgastes, problemas y pérdida de energía. De la misma manera, las diferencias entre las personas pueden ayudar mucho a mejorar una relación, a hacernos más creativos; pero también pueden ser perjudiciales o destructivas.
Ahora bien, se necesitan dos personas para tener un conflicto. La solución empieza simplemente cuando una de las partes cambia de actitud y pone de su parte para empezar a resolver el problema.
Un adecuado manejo del conflicto, consiste en determinar si producto de éste, se ha obtenido una madurez y un crecimiento individual, si se ha logrado una retribución o un feedback sobre nuestra conducta o sobre nuestras metas, o de lo contrario, nos sentimos menos efectivos, menos útiles, rebajados o menospreciados.
Así mismo, como producto de un conflicto racionalmente manejado, se debe observar que la calidad de la relación después de que ha finalizado un conflicto, permite trabajar a dos personas conjuntamente sin resentimientos ni asperezas.
Los diferentes tipos de conflictos que se pueden presentar, pueden estar basados en hechos, cuya percepción de eventos puede ser distinta, tanto para unas como otras personas, es decir no coincidir en la descripción de cómo se han sucedido las cosas.
Se puede hablar de no estar de acuerdo acerca de las metas, esto es, acerca de la manera en que deberían ser las cosas, los objetivos a lograrse. Incluso se puede estar de acuerdo en ambas cosas, pero estar en desacuerdo acerca de los métodos más apropiados a utilizar, es decir, en cómo lograr llegar de donde estamos a donde queremos ir.
Finalmente se puede estar en desacuerdo acerca de los valores, esto es, las creencias permanentes que guían nuestro comportamiento.
Cada persona tiene uno o más estilos preferidos, pero debe buscar dominar el estilo adecuado para cada conflicto. No se trata de dar valor absoluto a uno de los estilos sino que cada estilo tiene sus ventajas y desventajas que conviene reflexionar y reconocer para gestionar positivamente los conflictos.
El buen negociador maneja o tiene capacidades que le permiten usar todos los estilos con naturalidad adecuadamente.
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