Otra de las técnicas más sencillas y útiles para controlar las tanto emociones como reacciones fisiológicas, antes, durante y después de enfrentarse a situaciones emocionalmente intensas, es la respiración profunda. Por un lado porque oxigena nuestros órganos y hace que el cerebro trabaje mejor, y por otro lado porque relaja y con ello consigue calmarnos.
Cuando vivimos una emoción negativa, nuestra atención se centra en los pensamientos que mantienen esa emoción activa y si continuamente le damos vueltas a esos pensamientos, fortalecemos las emociones. Pero, sin embargo, si pensamos menos en el suceso que hizo aflorar la emoción negativa, esta disminuye. Vemos en este hecho como emoción y pensamiento están estrechamente ligados.
Forma ya parte del saber popular que pensar en positivo nos hace sentirnos mejor, incluso podemos encontrar en el mercado marcas que han hecho de las afirmaciones positivas una forma de ‘branding’ y nos venden un producto apelando a la emoción. Así que si las afirmaciones positivas se han vuelto tan populares ha de ser porque deben funcionar. Para poder llenar nuestra mente con afirmaciones positivas hemos de vaciarla de pensamientos negativos, para ello, primero deberemos detectar cuales son los pensamientos que generan, mantienen o incrementan nuestras emociones negativas y nos hacen sentir tristes, enfadados, ansiosos, asustados, etc.
Esta estrategia busca el control del pensamiento y puede ser utilizada antes, durante o después de la situación que nos genera la emoción negativa. Se trata de que cuando empieces a notarte, nervioso o alterado, prestes atención a los pensamientos que estás teniendo, e identifiques las connotaciones negativas que tiene para ti. Una vez realizado este pequeño análisis, date ordenes a ti mismo que busquen la interrupción del pensamiento que evoca la emoción, como: “¡STOP!”, “¡Para!”, “¡Ya!”, “¡Basta!”. Tras esta autoinstrucción sustituye los pensamientos detectados como negativos por afirmaciones positivas.
La única dificultad de esta sencilla técnica es que para identificar los pensamientos que nos evocan las emociones negativas y convertirlos en positivos se necesita un poco de práctica.
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