Punto final

Casi arrastrando los pies, el oído más fino que nunca, equilibrando las defensas por el agotamiento, esas pisadas leves me siguen a todas partes. Mi organismo completo se ha activado, agudizando cada sentido conocido, y otros que aparecieron de repente. Alerta.
Unos pasos más y llegaré a la casa; ni siquiera pretendo ducharme o comer, sólo veo mi cama cobijadora y soñante, y a lo sumo mantendré el esfuerzo con mi cepillo de dientes, que cuido mi sonrisa con ahínco, con lo caro que es ir al dentista... Me detengo un momento, casi levitando suspendida en un hilo de aliento, y los pasos esos también interrumpen su casi siseo de suela gastada; seguramente le quedan grandes los zapatos, o metió los pies al agua, por ese sonido húmedo como de ranas pequeñas en un charco.
Intento correr, caminar más a prisa, pero estoy tan cansada. Todo el día fui por Temuco observando historias, inventando letras, porque el reto ahora es contar los imposibles que no tienen final, y se me fueron las fuerzas, recalenté la sesera y el sol otra vez me recordó que sufro de alergias. No sólo voy cansada, sino que también adolorida y roja incendiaria, con el rostro sumido en el picor que sólo alivia esa crema por receta que la doctora del Prais me dio hace unos meses, impresionada por mi tono de rábano, y que me causó tanta risa, porque así denominamos con mis hermanos a los izquierdistas neoliberales de ahora, rojizos por fuera y blanquitos por dentro.
Ssht, el sonido húmedo avanza hacia mi. Qué crestas! Es un punto, un punto que camina, negro y redondo, pulsación de cierre de texto; un punto, ese que pongo al final de los poemas, y viene solo, por lo tanto no es suspensivo... Qué quieres?, le digo.
- Qué rápido caminas, y yo no tengo pies; si ruedo me iría a otras líneas, y necesito pedirte un gran favor!
- Habla, o llamo a los Pacos! Digo tomando aliento y revisando mi cabeza por si no estaba en su lugar.
- Cierra la historia que contaste, esa del traidor arrepentido. Ponme ahí para que no quede la puerta abierta; quiero lucir mi estampa viéndome punto final y dejarte libre para siempre.
- A mi????? (Y éste qué se cree?)
- A ti. Píntame, escríbeme, cierra la historia de una vez.
Por supuesto no lo hice pasar, vivo sola, y soy desconfiada, aunque sea un punto. Que espere afuera, si es cierto, al aplicar el lápiz ingresará a la dimensión del texto, o estaré peinando la muñeca?
Mmmmm, si, es verdad, en mis ensayos narrativos con mi propia historia, el último párrafo está inconcluso, justo en la parte que dice "cada mañana amanece abrazando la almohada buscando el aroma de sus sudores"... Agregaré: "Hasta que un día su nariz hurgó otro elixir y se alivió del mal de amor." PUNTO.