MI ÚLTIMO VIAJE

El señor David Goodball, un anciano científico australiano con 104 años de edad, nació en Reino Unido, fue miembro de la Orden de Australia como experto en botánica; ya había intentado quitarse la vida en Australia porque sufría deterioro de capacidades como la audición pero  no padecía de ninguna enfermedad terminal,  pero  toma la decisión de viajar a Suiza para practicarse el suicidio asistido con una inyección letal, la cual activa personalmente, durante este proceso estuvo acompañado por algunos  miembros de su familia hasta que se produce su deceso  a las diez y media de la mañana en una clínica cerca de Basilea, Suiza.

Este viaje lo hizo porque en Suiza las leyes permiten el suicidio asistido desde la década de 1940, por este caso Suiza es llamado el epicentro del “Turismo de la muerte”

Desde mi punto de vista Bioético, pienso que hay ancianos como este científico que ya quería descansar  y que quería  llevar a cabo el propósito que tenía trazado, pues la edad también ya era  muy avanzada y que tal vez por problemas o dificultades no sabemos bajo qué circunstancias se encuentren ya lo que quieren es irse a descansar.

Por otra parte para mí según lo que viví con mis dos abuelitos, tuve que ver  como se quejaba de los dolores y que ya ningún medicamento les  calmaba esos dolores fuertes, uno como familiar se desespera y no sabe qué hacer, aún sabiendo  que ya no se puede hacer nada, solamente lo que ellos buscan es que se puedan ir a descansar tranquilos y seguros de que su última voluntad fue llevada a cabo, es muy duro verlos partir de este mundo pero también quedan sus enseñanzas y consejos.