El pasado sábado tuvo lugar en Sevilla la tan esperada gala de los premios Goya, donde desfilaron los actores y actrices que han destacado en el último año por su trabajo. Junto a ellos, como si de un famoso más se tratara, se colaron, los “influencers”.
En primer lugar, debo reconocer que hoy en día la imagen es un hecho muy importante, sobre todo en la publicidad que nos pide constantemente ser jóvenes. Hombres y mujeres trabajamos para mejorar nuestro aspecto: compramos ropa moderna, hacemos deporte, buscamos milagros en la cirugía…No debemos olvidar que nuestro sueño eterno es, ha sido y será permanecer jóvenes o al menos parecerlo.
Y en ese intento de sentirnos bien, necesitamos al consejero, al asesor de imagen. Ese espacio que antes ocupaban nuestros padres o nuestros amigos, lo hemos cedido a los “influencers”. Y ellos, conocedores de su poder, se han convertido en aliados de marcas y empresas que con su ayuda venden sus productos a los consumidores de forma más rápida. Incluso muchos “influencers” han optado por crear su propia marca.
Y es que nos guste o no, los “influencers” o “instagrammmers”, se han instalado en nuestras vidas, porque controlan las redes sociales. Viven de sus extravagantes estilos, es decir de la imagen que dan al público, y nosotros, entre los que me encuentro, somos sus más fieles seguidores.
En segundo lugar, no debemos olvidar que el concepto de la vida ha cambiado. Antes ser viejo implicaba ser sabio con el claro ejemplo de los filósofos, médicos, escritores… y solamente los mitos morían siendo jóvenes. Hoy estamos obligados a ser jóvenes. De hecho, si nos fijamos, la mayoría de esos influencers se asocian a una edad inferior a los 40 años e “influyen” sobre todo a los jóvenes que desearían ser como ell@s. Los ejemplos más claros de influencers son Dulceida, María Pombo, Marta Lozano, Daniel Illescas, Trendy Taste… entre otros.
Sin embargo, en este intento de mejorar nuestra imagen, hemos acabado vistiendo igual que otros jóvenes que viven en Japón o en Estados Unidos. Creemos ser diferentes, y llevamos todos la misma ropa, como si de un “uniforme” se tratara. Y es que olvidamos que las redes sociales llegan a cualquier lugar del mundo.
En conclusión, creo que sentirse joven es fantástico, y que nadie puede negarnos el derecho a crear nuestro propio estilo. Pero no olvidemos que los demás ven la imagen que proyectamos. Y es que el problema no es envejecer, sino sentirse viejo. Esto, no hay “influencer” que lo arregle.
Imagen tomada de https://es.directoamiarmario.com/los-vestidos-de-las-influencers-que-fueron-a-los-goya-2019/
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