Se considera a la lengua albanesa (gjuha shqipe) como al único representante actual de la rama ilírica de lenguas de la familia indoeuropea. Tal vez fueran compañeros suyos en la misma familia el ilirio y el mesapio, aunque no hay seguridad al respecto. En lo concerniente al hogar ancestral de los albaneses todo parece confirmar que proceden de las costas del Adriático.
El nombre arbëresci (arvanitas) que procede del nombre étnico arbër-esh (arbën-esh en el dialecto septentrional) deriva de Arbër, el antiguo nombre de Albania, que tiene sus orígenes en la denominación de una tribu ilírica, los Albanoi, mencionados por Ptolomeo en su Geografía (siglo II d. C.). Este antiguo nombre sobrevivió en el latín albanenses, italiano albanese, griego arvanitis, turco arnaut, etc., pero en los últimos siglos ese apelativo ha sido sustituido por la palabra shqip-tar y el nombre del país por Shqip-ne/Shqip-ë-ria, que deriva del adverbio shqip, cuyo significado original parece ser 'claro', 'franco'. Este nombre ha reemplazado el antiguo adverbio arbën-isht/arbër-isht.
Las primeras manifestaciones literarias en albanés, especialmente en guego, datan del siglo XVI, aunque la forma dialectal que se va a imponer oficialmente en Albania desde 1952 para normalizar la literatura será el dialecto tosco. Aunque se trata de una de las lenguas más antiguas de las Balcanes, el albanés, como el rumano o el lituano, no tiene testimonios escritos hasta relativamente tarde. Los primeros textos proceden de frases y palabras aisladas en documentos escritos en otras lenguas.
La frase más antigua es una breve fórmula bautismal que data de 1462, escrita en el dialecto septentrional, el guego, así como algunos versículos del Nuevo Testamento seguidos de un breve fragmento de un himno de la Pascua Ortodoxa en el dialecto meridional, el tosco. El alfabeto usado para estos textos es tanto el griego como el latín. El libro más antiguo impreso en albanés es el Mëshari (El Misal) (1555) de Gjon Buzuku en guego, mientras que La Doctrina Cristiana (1592) de Matranga fue escrita en arbëresci y muestra características del tosco.
Ya en el siglo XVII, en plena época de la Contrarreforma, contamos con un diccionario latino-albanés (Frang-Bardhi, 1635), las traducciones y adaptaciones de Dottrina Christiana (1618), Rituale Romanum y Speculum Confessionis (1621), todas ellas realizadas por Pjetér Budi, y la extensa pieza de Pjetër Bogdabi, Cuneus Prophetarum (1685), obras todas que marcan el inicio de la auténtica literatura albanesa. La existencia de obras religiosas dispersas producida en los siglos XVI y XVII se originó en el área de influencia guega y es reflejo de la actividad misionera católico romana.
En el siglo XIX y por causa de la hostilidad turca, la literatura albanesa va a prosperar únicamente en las comunidades fuera del país, donde los arbëreshë van tener un papel predominante en la formación del Rilinja Kombëtare o Movimiento Renacentista Albanés. Tal vez la obra literaria de cierta extensión es la del poeta del siglo XVIII Gjul Variboba, del enclave de St. Giorgio en Calabria. Durante el siglo XIX se continuó la producción literaria en los enclaves italianos, cosa que no ocurrió en los griegos. Todas esos documentos muestran una lengua que difiere poco de la actual lengua, aunque al proceder de diferentes regiones y tiempos, muestran marcadas peculiaridades dialectales que ayudan al estudio de la lingüística.
La lengua oficial se basó en el dialecto guego de Elbasan desde el comienzo del Estado albanés hasta la Segunda Guerra Mundial y desde entonces ha sido modelada por el dialecto tosco. En Yugoslavia los hablantes albaneses en la región de Kosovo (oficialmente bilingüe en serbio y albanés) y en Macedonia hablan las variedades orientales de guego.
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