El 24 de marzo de 1976 se inició una de las dictaduras militares más duras de la república Argentina. Con ella comenzó un proceso de disciplinamiento y control de la población muy rígido. Este además de incluir la persecución, represión y desaparición de personas, también abarco a la cultura en todas sus formas.
La censura fue el acto principal que utilizarían los militares para atacar la cultura y lograr el control ideológico que buscaban.
Así películas, libros, revistas, canciones, todos fueron prohibidos. Artistas, escritores y pensadores fueron perseguidos, censurados, exiliados, torturados y asesinados.
Pero a pesar todos estos impedimentos los medios culturales artísticos, buscaron la forma de seguir en pie y continuar transmitiendo sus ideas. Para esto recurrieron a la clandestinidad o las metáforas. Única forma expresar sus mensajes, los que imbuidos de libertad e inclusión, constituían el germen de una resistencia social.
En su gran mayoría los integrantes de estos grupos librepensadores eran jóvenes, podían ser universitarios, religiosos, sindicales, políticos o artísticos. Este grupo era el más reprimido, ya que tenía acceso a información que les permitía conocer el contexto histórico mundial que motivaba su accionar político.
Este se llevaba a cabo con el respaldo popular o en forma de enfrentamiento militar. Así lo eligieron algunos en forma de grupos armados. (ERP, FAL,Montoneros, etc.).
Esta elección fue fatal para toda la sociedad. Fueron miles los que emprendieron una lucha que fue cruel y solo provoco reacción de la otra parte. El ideologismo llevado a su máxima expresión, en un contexto histórico donde las utopías parecían dejar de serlo y convertirse en caminos con un final feliz, construyeron ese tiempo de lucha.
La primera etapa de la censura consistía en la “expurgación de todo producto cultural o práctica, que sea considerado subversivo”En otras palabras limpieza ideológica de todo aquello que amenazaba la moral y el pensamiento militar.
Luego de llevada a cabo esta, se le informaría a los colegios universidades y medios de comunicación, que estrictamente se consideraba subversivo.
Sobre todo imponían el miedo, imprescindible, para poder anular la crítica, la mirada opositora, el pensamiento individual y diferente. Se violentaba la razón misma del desarrollo intelectual, el pensamiento crítico y plural.
La segunda etapa, sería la “imposición de la ideología” sobre los materiales que si se distribuían a las escuelas, universidades, y medios de comunicación.
Colocaban un remplazo que contenía, visto desde hoy, un rudimentario material pedagógico, limitado sesgado e ideológico.
Aunque no todo se controlaba. Hubo varios agujeros burocráticos, producto de la limitada comprensión de muchos textos, o escritos, por parte de los censores, que los dejo fuera de esa inmensa hoguera
Las listas negras, conformadas por miles de nombres de personas vinculadas con los ambientes cultural, artístico y periodístico y cuyas obras eran vetadas y censuradas por subversivas. Varios de esos nombres corresponden a personas actualmente desaparecidas.
Hasta los de más prestigio popular eran plausibles de amenazas. Nombres como el de León Gieco, Julio Cortázar, Víctor Heredia, Federico Luppi o Mercedes Sosa, sufrieron dicho acoso y persecución.
EL llamado “Proceso Quema Libros” tuvo lugar a pocos meses comenzada la dictadura. Se quemaron millones de ejemplares que eran considerados peligrosos.
El comunicado oficial emitido decía: “se incinera esta documentación perniciosa que afecta al intelecto y a nuestra manera de ser cristiana a fin de que no pueda seguir engañando a la juventud sobre nuestro más tradicional acervo espiritual: Dios, Patria, y Hogar.”
Entre estas novelas, se destacaban novelas de Gabriel García Márquez, poemas de Pablo Neruda e investigaciones de Osvaldo Bayer.
También se controló el material cultural dentro de las escuelas mediante el manual “Subversión en el ámbito educativo: conozcamos a nuestro enemigo”. Este fue publicado por el ministerio de cultura y educación en 1977, y su fin era enseñarles a, profesores y escolares a reconocer que obras ya publicadas eran de lectura prohibidas por su carácter pernicioso.
La razón principal de su creación era la necesidad de la dictadura de adoctrinar a la nueva nación argentina, cuyos valores debían basarse, en la religión, la familia y la patria.
También se prohibió libros en el ámbito universitario y ensayos políticos, filosóficos y fundamentalmente las obras relacionadas con figuras como Marx.
A partir del proceso de censura y represión se notó una reducción significativa del consumo de revistas nacionales y libros editados. En 1973 la cantidad de ejemplares de revistas consumidos fue de 122,1 millones y en 1977 se redujo a 79,6. Ya que muchas cerraron por causa de amenazas y censuras o hasta por la desaparición de alguno de sus integrantes.
En cuanto a la música. A partir de marzo de 1976 las radios nacionales recibieron la orden suprema de no transmitir ciertas canciones de varios artistas que quedaban censurados y prohibidos. A partir de ese momento y se encontraban señalados en los documentos enviados por el COMFER (Comité Federal de Radio fusión). Sus canciones eran consideradas irreproducibles, por su actitud y prosa inadecuada para tiempos de “reconstrucción moral”.
Todos estos movimientos eran partes del accionar de la llamada “operación claridad”. A cargo de la oficina de recursos humanos o el ministerio de cultura y educación, encargada de la “depuración ideológica de la nación.
El rock nacional, las revistas de rock y ecología, libros, películas, ensayos, todas porciones, que conformaban una subcultura llamada Underground, un tanto al margen y un tanto perdidas de la censura. Se encontraban transitando por otros canales y de esta manera en algunos casos sobrevivieron.
Utilizaron su talento, para re codificar y camuflar sus mensajes y alegatos. Trabajaron contra la represión, diseminada por todo el cuerpo social, a través de la metáfora y alegorías artísticas que pasaban inadvertidas.
Comenzando con el rock nacional que se constituyó en el espacio social y cultural ocupado por la Juventud como alternativo y contestatario.
Exponente cultural importante de subsistencia, fue un eje central de la construcción de identidades colectivas y de reconocimiento social.
La imagen del joven era el “joven sospechoso”, no importaba que hicieran, ser jóvenes generaba sospecha y desconfianza. Con esta carga adherida involuntariamente, estos encontraban dentro rock un lugar para manifestarse.
Asistían a conciertos, se veían, y se reconocían, así creaban una colectividad, que asumía cierta actitud de resistencia. Este “nosotros”, que representaba identificación, desafiaba a un “Ellos” que representaba violencia, censura y enemiga.
Los jóvenes reprimidos no se refugiaron en el individualismo de mercado que proponía el régimen. Lograron una vía de expresión más colectiva a través del rock.
La virtud del rock no fue constante, tuvo sus altibajos y fue evolucionando a lo largo del periodo. Para 1978-1979, el modelo de sociedad promovido por el gobierno militar, pareció imponerse sobre aquel modelo guiado por el ideal del rock.
Pero para mediados de 1979 los componentes más lúcidos del movimientos ven la posibilidad de “reemprender la marcha” recreando la” magia” de sus encuentros. Se llegaron a contar 60.000 personas concurrentes a recitales en diciembre de 1979. Con la movilidad de estos fenómenos se exponía el contenido no explícito en algunas canciones más festejadas como: Canción de Alicia en el País, o Inconsciente Colectivo.
El rock nacional desempeño un papel sumamente importante en la socialización y resocialización de los sectores de la Juventud durante el proceso. Restauraba la comunicación “verdadera”, rescatando el sentido de la vida en un contexto de mentiras y terror.
Consolidaba a un actor colectivo que desafiaba el modelo de vida individualista que se imponía. Se instaló en la sociedad juvenil con sus características sociales, políticas y económicas, más que con sus rasgos musicales.
Por esto el rock nacional se debe pensar como algo más que un género, sino también como un fenómeno social, que significo para los jóvenes, un refugio, un ámbito de resistencia y un canal de participación dentro de una sociedad autoritaria, cerrada y en crisis.
Así, el rock definió modos de vida de la cultura argentina durante el proceso. Así, a su manera resistió a una cultura de uniformes, a una única definición lo que era el arte, Orden y no ruptura. Sumisión y no lucha. Solo sonidos, que como una cortina musical, dieran marco a un desfile militar asesino y despiadado
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