SOMOS PROTAGONISTAS DE NUESTRA HISTORIA

Por: Martín Carranza (Periodista – docente)

Las protestas son parte de la cotidianeidad en nuestra caótica Lima. Estos días, la atención se volvió a centrar en la liberación de Keiko Fujimori, con lo cual dejamos de lado otros temas que captaron antes nuestras miradas y que también son importantes y no deberíamos olvidar, como la protesta de los choferes de colectivos informales. Realmente, me parece un caso sacado de una novela de Stephen King, ver a choferes ilegales (reitero, ilegales) protestando ‘por sus derechos’, al más claro estilo delincuencial, quemando llantas, desinflando neumáticos de buses, golpeando personas y enfrentándose a la Policía Nacional.

Me llegó una ola de remembranzas. De niño escuchaba a María Elena Walch, con su tema infantil “El reino del revés”, que decía: “Me dijeron que, en el Reino del Revés, nada el pájaro y vuela el pez. Que los gatos no hacen miau y dicen yes… porque estudian mucho inglés”. Sí, es el Perú al revés, los choferes ilegales paralizaron muchas calles, protestando y exigiendo supuestos derechos que nunca tuvieron. Y no merecen. Lo peor es que algunas autoridades los alzan como defensores de los derechos laborales.

Pero, más allá de solo criticar, como también es costumbre nacional, se hace más importante ver la problemática de manera global. Y, de paso, ver qué papel cumplimos nosotros en esta realidad tan amorfa, que es la realidad peruana. Porque, si un sistema tan nefasto como los servicios informales de colectivos existe, es porque existe un mercado. Es tan simple como analizar que los ladrones roban celulares porque hay peruanos que los compran. Sí, así de triste y simple.

Los colectiveros informales, con su vergonzoso nivel cultural, además de sus ligazones con la delincuencia, se sienten con derechos porque muchos peruanos toman (tomamos, mea culpa) sus servicios. Cierto, eso pasa porque el sistema de transporte formal ha colapsado. Pero siempre pensamos en la solución inmediata, nunca en el efecto a largo plazo. Y en este caso no es tan difícil asumir una actitud beneficiosa a la sociedad. ¿Sufres con el tráfico? Levántate más temprano. Ve otras opciones de ruta con tiempo, no esperes cargar tu tarjeta de El Metropolitano recién, cuando sales, sino la noche anterior, para evitar la cola matutina para recargarla. En fin, hay soluciones, pero es cosa de ver el mundo con un cristal más proactivo y no acabar en la eterna protesta.

Y esto se aplica a muchas problemáticas citadinas. Esta, en especial, va muy ligada a otro caso que también da vergüenza ajena: las ‘motos-colectivos’. Arriesgas tu vida, subes a un vehículo con alguien que no sabes si es ladrón, está drogado o -de pasada- va a marcar tu ruta para saber dónde y a qué hora robarte luego. Es como todo en la vida. El ser humano, en este caso nosotros, los peruanos, solemos quejarnos de problemáticas que nosotros mismos alimentamos con nuestra desidia e informalidad. Volviendo a nuestro tema base, los colectiveros, en vez de perder tiempo analizando la manera de “ayudar a formalizarlos”, creo que el Estado, la comuna, el Ministerio de Transporte, el ente que sea, debe buscar alternativas para paliar el caos en el tránsito, además de generar campañas de cultura ciudadana. Medidas rápidas, pero también otras a mediano y largo plazo. El efectismo veloz nunca será efectivo, así suene contradictorio.

Ahora que vienen las Elecciones 2020, un excelente ejercicio para intentar cambiar nuestra conducta sería informarnos, usar la internet más que para alimentar nuestra hoguera de vanidades o conquistar más miradas con nuestros selfies. Usarla para buscar el historial del candidato que nos llamó la atención y a quien pretendemos darle una curul en el nuevo Congreso. Como le escuché a un alma sabia: “cada lugar es un horizonte”. Entonces, busca tu horizonte. Pero colabora con que se haga realidad. No solo para ti, sino para los que vienen detrás.

Y nunca lo olvides… eres el protagonista de tu historia.