Son muchas las personas que alguna vez han pensado en irse “de mochileo” pero pocas las que se atreven a dar ese paso. Todo el mundo ha oído hablar de ese término pero sigue siendo algo que se nos hace un poco ajeno a los menos aventureros. En mi caso, prefiero vivir la aventura desde fuera, y no desde dentro. Y es por eso que necesité de la ayuda de dos buenos amigos, Víctor y Dani, para que me guiaran en ésta odisea de escribir sobre países donde no he estado. Sin embargo, pensé: “¿y porqué no escribirlo desde su punto de vista?. Estos dos locos aventureros hicieron la mochila en octubre para emprender un viaje con billete sólo de ida para dejarse maravillar por todos los sitios que puede ofrecerte el sureste asiático. Tailandia, Camboya, Laos… y muchos más lugares son los destinos que han visitado, y los que les quedan. Porqué si, aún no han vuelto. Podría decirse que ésta es la historia, o el diario, de dos chicos que, sin saber que les deparaba este viaje, lo empezaron con unas ganas tremendas de comerse el mundo y dejarse llevar por todo lo que fueran descubriendo por el camino.
Victor, estudiante universitario y camarero en el mismo restaurante que trabajaba Dani, siempre tuvo un sueño: tener una autocaravana o, mejor dicho, una van. Sus sueños de recorrer mundo ya empezaron cuando él era solo un adolescente. En el caso de Dani, unos años mayor que Víctor, su sentimiento de aventura se asemejaba más al del “ya he pisado los treinta y no quiero sentir que mi vida se ha estancado”.
Todo suena genial, ¿verdad? Una pareja de amigos que deciden aparcarlo todo para viajar y conocer el sureste asiático. Bueno, desde luego que los cerca de cuatro mil euros que tuvieron que ahorrar no son tan geniales. Si mas no, el dinero no cae del cielo, y bien que lo están descubriendo este par durante el viaje. Y es que lo primero a tener en cuenta cuando uno quiere emprender un viaje de este estilo, es que el dinero es mucho más importante de lo que uno puede creerse a simple vista. Cualquier backpacker primerizo puede caer en la tentación de pensar “me voy de mochilero, no necesitaré apenas dinero”. Si bien no necesitas que tu tío sea Gilito, si necesitas un mínimo.
¿Qué y cómo?
Las reglas del juego son fáciles, claras y concisas: llevar LA mochila, suficiente dinero (al menos, para subsistir), tiempo suficiente (el mochilero, a diferencia del turista, suele viajar normalmente durante durante largos periodos de tiempo) y, por el último pero no menos importante, tener la mirada en todo lo que te rodea. Cuando decides ser backpacker el mundo deja de ser un simple suceso de hechos, pasas a ser el protagonista de esos hechos, el protagonista del show.
Tomar la elección de emprender un viaje de estas características es probablemente una de las decisiones más importantes que tomarás a lo largo de tu vida. Quizá no somos conscientes, ni creo que lo sean muchos mochileros antes de embarcarse en esta aventura, del nivel de seriedad que conlleva viajar solo, o acompañado, de esta forma. Sales de tu zona de confort, dejas de conocer todo lo que te rodea y quien te rodea. Tu vida da un giro de 360 grados en los que, en apenas unas horas, dejarás de oír tu idioma, dejarás de practicar tus costumbres y tendrás que adaptarte rápidamente a lo que te espere, vayas al país que vayas.
En el caso del sureste asiático, todo es completamente distinto. No es lo mismo ser mochilero por europa o en un país occidental. En cualquier parte de Ásia encontrarás comida diferente, idioma totalmente diferentes (y en muchos casos ni siquiera te servirá el inglés) y, por supuesto, cualquier costumbre distará mucho de las que ves, y sigues, a diario. Cosas tan simples como ir al baño o ir de un lado a otro pueden ser un handicap si no empiezas esta travesía con la mente totalmente abierta.
Una buena preparación es crucial. Ropa de abrigo, zapatos cómodos, crema solar, gorra y, por supuesto, una buena cámara de fotos para inmortalizar todas esas cosas que querrás guardar para toda la vida.
Pero, y como casi todo, ésta “puesta a punto” también tiene su parte no tan buena: las vacunas. Y, si eres aprensivo, ves preparando una dosis de paciencia porque la lista no es precisamente corta. Todos los países del sudeste asiático necesitan vacunación. Tailandia, Camboya, Laos, Myanmar, Indonesia, Malasia, Filipinas y Vietnam son países en los que la fiebre amarilla no está presente pero es obligada la vacunación contra ésta si has estado en un país con peligro de contagio en los últimos 12 meses. Si ese no es tu caso, aun no cantes victoria, ya que la retahíla aún sigue. Las obligatorias son la Hepatitis A, fiebre tifoidea, Tétanos y Difteria, Triple Vírica, contra la Rabia, Cólera y Encefalitis japonesa. En caso de que tu estancia sea larga, también la Hepatitis B, enfermedad que se contagiará por sangre o transmisión sexual. Cada país tiene las suyas. Es decir, si tu viaje solo se sitúa en Tailandia no necesitas vacunarte contra la Encefalitis Japonesa, la Rabia o el Cólera, pero si tu intención es recorrer todo el sudeste, estas son las necesarias.
Preparados, listos... ¡ya!
El viaje de Víctor y Dani empezó en Tailandia. Pai, Ayutthaya, Sukhothai, son algunos de los pueblos que los viajeros han visitado hasta ahora. Después, se dirigieron a Camboya y, actualmente, se encuentran en Laos. Su próximo destino será Filipinas pero, de momento, no piensan demasiado en qué les deparará allí el destino. Todo lo que llevan vivido ha sido un sinfín de aventuras, nuevas amistades, y autoconocimiento. Pero sobretodo, unas cuantas sorpresas que por nada se esperaban.
Es necesario reiterar el hecho de que no vamos a encontrar ciudades o pueblos con civilizaciones occidentales. No podemos pretender llegar, pedir un Cabify e ir a un restaurante de cinco tenedores. La vida que viven los vietnamitas, filipinos, tailandeses… es mucho más “corriente”. Pero, ojo, no “corriente” como algo malo o despectivo, sino más bien como un estilo de vida mucho más sencillo, sin excentricidades ni caprichos innecesarios. Por lo general, los lugareños que vayas encontrando en todos los pueblos y ciudades son gente extremadamente servicial. Siempre intentarán ayudarte en todo lo que puedan y, si no les es posible, llamarán a su vecino para poder ayudarte. La pequeña excepción se la lleva Camboya. Nuestra pareja de aventureros asegura que es un país no demasiado amigable. A diferencia de Laos o Vietnam, no les interesa demasiado moverse para poder ayudarte en lo que necesites.
Y… ¿el idioma? Ese gran desconocido del que no hemos de temer. Al igual que buscarán como ayudarte, también cómo entenderte.
Como hemos señalado antes, hay veces que ni el inglés te salva de situaciones en las que necesitas hablar con cualquier persona originaria de ahí, pero no todo el mundo desconoce ese idioma. Normalmente, las personas que solo te van a entender en su idioma nativo son los que tienen sus pequeños comercios y locales en la calle, los puestos de comida o zumo callejeros. Si vas a un sitio como un hostel, hay más probabilidades de que te entiendan hablando inglés. Pero, si tampoco es así en este caso, no te preocupes. El siglo XXI nos ha traído joyas como los traductores en línea o las aplicaciones móviles dónde podremos hacernos entender en cuestión de segundos. Y, si no tienes un móvil a mano, ¡el idioma de la gesticulación corporal es internacional!.
Además, ¿no será tan difícil pedir comida, verdad? Y es que la realidad es que no hay muchísima variedad de ingredientes. La dieta sudasiatica està compuesta básicamente por arroz, noodles, pollo, cerdo, ternera, verduras y todo esto, pudiendo ser también frito y en su gran mayoría, extremadamente picante. Los “fried noodles” con verduras y carne de cualquier tipo es algo de lo que se están alimentando, en mayor medida, Victor y Dani.
Eso, y zumo. Muchísimo zumo.
Los llamados “night markets” son pequeños mercados compuestos por todos esos pequeños puestos ambulantes en los que venden comida y bebidas, como los zumos de frutas. Paseando por uno de estos, puedes observar como la mayoría de familias cenan fuera. Al ser extremadamente barato, la costumbre les lleva a comer en el exterior de sus casas. Así se sostienen, en gran medida, sus economías. Un mochilero, en su línea de gastar lo mínimo posible sin dejar de lado la calidad, comerá en uno de estos.
Y entonces, llega la hora de irse. Cae la noche y los backpackers han de buscar cómo y dónde dormir.
Lo primero será situar el lugar dónde pasar la noche. Para eso, hay cierta herramienta que nos va a ser muy útil; un APP llamada “HostelWorld”. Ésta, funciona como cualquier aplicación móvil de búsqueda de hoteles. Tan sencillo como escoger las fechas en las que quieres hospedarte, la ubicación que deseas y las personas que sois. El precio medio de un hostel oscila entre los 3 y los 6 euros por noche, y algunos ofrecen desayuno. Un detalle a tener en cuenta es que la APP también tiene un apartado de traductor.
Cuando ya se ha escogido el lugar donde dormir, tendrán que pensar cómo llegar hasta allí. El transporte es algo bastante característico de estos países por el tipo de taxis que encontrarás. Los Autorickshaw o “tuk tuk” son pequeñas camionetas, abiertas de los lados, motorizadas. Algo destartaladas, son de uso muy económico. En el caso de querer tener independencia en cuanto a la movilidad, el alquiler de motos es muchísimo más sencillo que en España, o la mayoría de países occidentales. No necesitas ni casco, ni carnet. Como máximo, en algunos establecimientos te pedirán el pasaporte pero a partir de ahí nada más. El precio del alquiler de una moto son 100 Bats (moneda tailandesa, 3 euros). No es de extrañar ver a más de dos personas en una moto, incluso niños o familias de cuatro.Por último, si preferimos algo más cómodo para recorrer larga distancia, el bus nocturno es una buena opción y puede llegar a costar 15 euros. Siendo la opción más cara, quizá sea la mejor a nivel de comodidad. Sin embargo, las carreteras de la gran mayoría de países del sudeste se encuentran en un estado muy deteriorado, por lo cual dormir se hace una tarea casi imposible por todas las grietas y baches que pisa el autobús. También existe la opción del tren que, como el bus, es una buena opción para largas distancias. Cabe destacar que, en estas dos últimas opciones, el overbooking -como en las motos-, no es algo poco común. Si hay pasajeros que deben ir sentados en el suelo, o incluso en el techo, el conductor lo permitirá.
Es bueno saber que, cuando recorres estos países, cualquier cosa es susceptible de ser “regateada”. Al estar sustentadas sus economías por el pequeño comercio, los precios terminan siendo más pactados que otra cosa.
Siempre y cuando el precio no sea fijo, puedes regatear cualquier cosa. Desde cualquier tipo de bebida o comida de los puestos ambulantes, el alquiler de una moto, la compra de un souvenir, etc. Recuerda, esto no es un zoco marroquí, pero se le asemeja de cierto modo.
Cuando llegas por primera vez al lugar donde pasarás la noche, y más si es una casa particular, podrás observar la escasez de muebles, para empezar. No necesitan más que un colchón para dormir, los menesteres para cocinar y un lavabo dónde hacer sus necesidades. Este último, aunque pueda sonar algo arcaico, también se utiliza de un modo diferente. Es bastante extraño que vayas a encontrar papel higiénico ya que ellos usan mangueras para limpiarse. Y, en el caso de haber papel, te pedirán que lo tires a la papelera.
Cuando vuelvas a salir a la calle, fíjate en el resto de detalles que quizá te faltarán por descubrir, y es que no hay más que gatos y perros por la calle, muchos de ellos procedentes de familias, sin atar ni correa. Campan a sus anchas como un lugareño más. De fondo, oirás música atronadora, probablemente durante todo tu viaje. Si no eres fan de la “música bombo” y del techno, quizá es recomendable que te compres unos buenos tapones o unos auriculares para poder escuchar tu música.
A lo largo de este entrañable viaje, Dani y Víctor han ido conociendo a decenas, sino cientos de personas. Muchos originarios de allí, otros de más lejos, otros tantos turistas, y muchos, muchos backpackers como ellos. Se han encontrado con una gran cantidad de mochileros alemanes, ingleses, chinos e incluso japoneses. Aún no se han topado con demasiados españoles pero quizá tengan oportunidad de hacerlo en lo que les queda de aventura.
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