La gran desconocida del continente asiático

La cocina coreana sigue siendo bajo mi parecer la gran desconocida del continente asiático. Se equivocan quienes piensen que, por estar entre Japón y China en el mapa, la coreana es una mezcla de ambas. Comparten ingredientes, salsas y el arroz como complemento obligatorio pero a parte de eso es totalmente una gastronomía independiente. Tiene algunas similitudes, claro, pero no más que la nuestra con la francesa o la italiana. Con recetas propias y usos únicos en el mundo, la de Corea es toda una delicia en sí misma.  Actualmente se ha globalizado de tal manera que en Barcelona mismo podemos encontrar varios locales que ofrecen exquisitas variantes de la comida tradicional coreana a un precio moderado así como también en Madrid y Valencia.

Como opinión personal y habiendo degustado dos de los restaurantes coreanos aquí en Barcelona puedo resaltar dos platos que se han convertido en mis favoritos por su originalidad y por romper un tema tabú personal con la pasta de chile. El kimchi y el Tteokbokki. No siendo personalmente una admiradora del picante, me sorprendió que fueran estos dos platillos los que más llamaron mi atención, porque si, pican a la altura de dormirte las papilas gustativas. Ambos son una receta tradicional.

Picante a más no poder es el caso de mi primer plato, el kimchi, cuyo ingrediente principal es la col china, el nabo u otras verduras, que se mezclan con determinados condimentos en unas ollas que posteriormente entierran para que fermenten. Después de informarme sobre la procedencia de tal exquisitez ( aunque no lo aparenten ) descubrí que su origen reside en las bajas temperaturas que posee el país durante la época hivernal. Esta situación dificulta el hecho de conseguir alimento fresco, descubriendo así un plato fácil de conservar dada a la fermentación.

El segundo plato procede del mismísimo infierno. El Tteokbokki consiste en una masa de arroz gelatinosa llamada Tteok bañada en una salsa entre picante, dulce y muy picante, realmente picante. Cuando tu boca despierta del trance en el segundo o tercer bocado saboreas la increíble combinación entre texturas y salsa siendo así una explosión de sabor y picor, nuevamente, digna de degustar.

Existen miles de platillos coreanos y elaboraciones sabrosas que no contienen ni una pizca de picante para los que pertenecen como yo, a ese grupo de individuos que lo odia pero aún así animaría a todo el mundo para atreverse a degustarlos aunque fuera una vez en la vida. Bajo mi opinión es la única cocina tradicional picante que a conseguido que quiera seguir degustandola durante mi esperada larga existencia, volviendo a remarcar el hecho de que pica lo que no está escrito y siendo así algo sobre mis gustos aparte de sabrosa, digno de admirar.