Las redes sociales, ¿una herramienta de entretenimiento o sufrimiento?

Las redes sociales han estado muy presentes en nuestras vidas desde su invención, para bien y para mal. En dichas redes cualquiera puede hablar con la gente sobre un tema, discutir, opinar, subir imágenes de paisajes, animales, personas… Y si no se quiere publicar ni hablar nada, también se puede únicamente mirar las fotos que otros usuarios han subido y darle al famoso “like”. Pero, al no tener el control absoluto sobre estas páginas, tampoco se puede controlar lo que ocurre en ellas.

Aunque una parte de la gente que las usan solo le puede encontrar cosas buenas, otra gran parte también les ve muchas cosas malas. Por un lado, muchos navegantes son adolescentes y menores edad. Como muchas de estas redes no poseen ningún tipo de filtro para las publicaciones, por lo que pueden encontrar alguna conversación o imagen que puede influir en ellos negativamente. Por ejemplo, si leen repetidamente discusiones entre usuarios en las que se insultan o amenazan, pueden adquirir ese comportamiento y ponerlo en práctica en una situación cotidiana, es decir, que pueden pasar de ser adolescentes con buen comportamiento a ser adolescentes rebeldes. Por otro lado, cualquiera puede poner una foto de lo que sea, es decir, que se puede subir una imagen de un perro, como una imagen o incluso un vídeo de una pelea ordinaria o callejera, y de nuevo, aprender e imitar esas acciones. Por otro, se suele trasladar las situaciones del conflicto de la escuela o instituto a las redes, es decir, que si allí se sufre bullying, en las redes se puede sufrir cyberbullying. Los matones pueden acosar a sus víctimas mediante insultos, amenazas…

En resumen, las redes sociales deben mantenerse alejadas de los pequeños, o mejor al revés, hasta una edad mayor.