Australia se quema

Scott Morrison, el primer ministro, ha pasado a ser el blanco de críticas por su triste política medioambiental y por su defensa de los combustibles fósiles, de los que Australia es uno de los mayores exportadores del planeta. Los mortíferos incendios que se han derribado sobre el gran continente demuestran que ningún país puede ser ajeno a la pelea contra el cambio climático. Morrison, para defender la economía de su país, dice que Australia solamente es responsable de 1,3% de las emisiones globales y que por ello, son otros países los que tienen que llevar a cabo políticas medioambientales más eficaces, aunque los incendios forestales demuestran que la crisis climática es global. En Australia siempre ha habido fuegos en verano pero nunca de esta sublimidad y esta intensidad, tanta que en algunos casos los servicios de emergencia no han sido capaces de controlarlos. Hay zonas en Australia en las que casi ha desaparecido la lluvia y eso hace que los incendios avancen muy rápido y devoren amplias extensiones de terreno. Aparte de las lluvias hay que sumarle las altas temperaturas: ya se han batido dos récords absolutos y eso que el verano en el hemisferio sur acaba de empezar y los meteorólogos esperan nuevas máximas en las siguientes semanas. Cuatro millones de hectáreas han sido las quemadas cuando en la media de las últimas décadas era de 280.000.  

Además de víctimas mortales, los fuegos han provocado evacuaciones, devastación del patrimonio forestal y representan una amenaza para la resistencia de especies animales protegidas. como los koalas, todo ello sin contar los daños económicos. En Sidney, a causa del humo, el aire se ha convertido en veneno y durante 30 días ha superado los niveles tolerables. La crisis que está sufriendo Australia debería ser como una llamada de aviso para todos los gobiernos que niegan el cambio climático o no hacen nada para remediarlo. Esta oleada de incendios forestales han pasado a ser otra muestra clara de que los devastadores efectos del cambio climático no son un problema de futuro, sino de presente.