¿Unasur debe ser la alternativa de Integración Latinoaméricana?
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¿Unasur debe ser la alternativa de Integración Latinoaméricana?

¿Después de la pandemia que viene para Latinoamérica?

¿Unasur debe ser la alternativa de Integración Latinoaméricana? | 2 may 2020

¿Después de la pandemia que viene para Latinoamérica? Se enfrenta a un polo, del cual siempre ha dependido del liderazgo del país del Norte que ha jugado un rol fundamental en el pasado; pero en el presente ha abandonado todo su liderazgo al dejar de ser protagonista de los acontecimientos ocasionados por Covid 19; Latinoamérica se ha vitó abocada a su propia suerte sin contar con ayuda internacional y solamente pueden contar con la colaboración de China que suple en gran parte con los elementos necesarios para superar los estragos ocasionados por la enfermedad. Ningún país del Mundo estaba preparado para afrontarla, es como si el tiempo hubiera retrocedido 100 años tomando de ejemplo la pandemia mal llamada Española. Queda demostrado que las políticas neo-liberales frente a la pandemia han sido un completo fracaso, la lucha de los países por salvaguardar sus mercados han sido de peores los resultados económicos que la enfermedad proyectada a millones de personas, sin la menor manera de poderlo atacar. Para los países de Latinoamericana queda ante una sola coyuntura la integración regional, por un lado renace un nacionalismo fundamental para la subsistencia de los estados, sabiendo de antemano que no pueden depender de los mercados mundiales, sino que ellos mismos deben cosechar para poder alimentar a sus habitantes, dando como resultado natural la necesidad de una integración regional y definen con una mirada geopolítica Latinoamericana de integración teniendo en cuenta una mirada geoestratégica, económica, para establecer políticas de desarrollo social, colaboración en el establecimiento de políticas de salud pública, la colaboración en políticas sociales y la seguridad latinoamericana mediante el desarrollo militar regional para conducir a una diplomacia cautelosa.

La integración de todos los países en Unasur podría constituirse en una instancia para enfrentar los conflictos en la región que reemplace progresivamente a la Organización de Estados Americanos (OEA) carente de una independencia regional, donde Estados Unidos mantiene un rol fundamental, aunque aún es necesario que adquiera una estructura institucional capaz de sostener en el tiempo sus decisiones. Es indispensable la integración de todos los partidos progresista de Latinoamerica: Proclama el Partido Socialdemócrata Progresista de Colombia

La globalización ha entrado en crisis y aparecen las reacciones nacionalistas en el que anticipa la crisis financiera global sobre la base de argumentos particularmente importantes. Plantea la emergencia de nuevos centros de poder, sin que ello implique, a corto plazo, la declinación de Estados Unidos como potencia estratégica y económica. Por otro, señala el resurgimiento de un multilateralismo complejo compuesto por las nuevas potencias mundiales de CHINA y el resurgimiento de RUSIA. La primera dedicada a sacar avante a la clase pobre de su territorio para convertirla en una clase pujante sobre la cual recaerá su desarrollo económico; la segunda ha demostrado su pujanza militar sin precedentes en el mundo.

Este se produce por la irrupción de nuevos actores estatales relevantes y por el creciente rol de los organismos intergubernamentales en la gobernanza global, como así también por el protagonismo de actores no estatales que adquieren una fuerte incidencia, tanto como representantes de la sociedad global emergente orientada a promover y defender bienes públicos globales (desde el medio ambiente hasta los derechos humanos y la ayuda humanitaria), como de una sociedad «incivil», que medra con la criminalidad transnacional y los flujos ilegales de narcóticos, armas y personas.

Más allá del análisis del impacto de la globalización sobre el sistema internacional y la consolidación de un nuevo mapa geopolítico.

Las consideraciones estructurales, apunta también a delinear el mundo que enfrenta Latinoamerica con el gobierno estadounidense. Gran parte de las tendencias esbozadas tendrán efectos indelebles en América Latina. Sin embargo, desde este enfoque, la pregunta clave es quién está en ascenso en la región, en un contexto de nuevos vínculos económicos, financieros y comerciales que difícilmente se reviertan, no obstante la crudeza de la actual crisis financiera global producidos por la pandemia del Covid 19 son indescriptibles en las relaciones económicas con el goloso de Norte América. Los estados Latinoamericanos nos les queda mas camino que aplicar la norma “sálvese quien pueda”.

El nuevo mapa geopolítico Latinoamericano, debe responde a la emergencia y consolidación de nuevos liderazgos y de nuevos esquemas de articulación e integración regional funcionales a ellos. La focalización de los intereses geopolíticos, junto con otros cambios, una mayor autonomía regional y la emergencia de un amplio espectro de gobiernos de corte neo-liberal de extrema derecha deben dar paso a gobierno de corte social progresista y de izquierda.

En el ínterin, una nueva dinámica y un nuevo mapa político han comenzado a consolidarse en Latinoamérica, en el marco de diferentes comprensiones y visiones de la multipolaridad emergente en el orden global. Entre estas visiones, con sus respectivas narrativas.

La visión geoestratégica, económica y social, cargada de elementos ideológicos, ilustrada por la política exterior. A través de una diplomacia proactiva que utiliza los recursos energéticos en el marco de iniciativas propias de la región Latinoamericana la cual busca, por una parte, fortalecer su liderazgo a nivel mundial y por otra, asumir un rol global más relevante mediante alianzas con Rusia y China como una nueva realidad de la incidencia mundial. La crisis financiera y el impacto en la economía interna de cada país trae graves consecuencias internas en cada estado los cuales debe comprometerse a sostener políticas sociales consecuentes a corto plazo, esta estrategia la cual es necesario ejecutar como objetivo prioritario. Sigue siendo primordial la construcción de un mundo multipolar frente al unilateralismo y la hegemonía decreciente de los estadounidenses. La estrategia que se desarrolla en Latinoamérica es multidimensional y se basa en el desarrollo productivo, industrial y comercial. Su principal promotor es la integración regional de todos los estado para poder sobrevivir a las graves consecuencias económicas de la pandemia.

Latinoamérica debe aspirar a convertirse en un actor y un referente global a partir de la consolidación de su integración región, para lo cual busca articular la integración de todos los Estados, de manera gradual y sostenida. La capacidad efectiva de asimilar la crisis financiera global y sostener, en este marco, la estabilidad institucional y las políticas sociales, pondrá a prueba las aspiraciones la integración regional.

Estas aspiraciones se deben evidenciar tanto en la voluntad de promover una reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que le asegure un sitio permanente en el Consejo de Seguridad, como en una activa política de articulación de intereses con el grupo BRIC (Brasil, Rusia, India, China), además de una presencia proactiva en África mediante diversos mecanismos de cooperación y una creciente vinculación con Sudáfrica.

Ambas visiones y narrativas suponen diferentes actitudes, agudiza la confrontación en aras de configurar un entramado antihegemónico en la región bajo su liderazgo y en sintonía con una diversificación de las relaciones de Latinoamérica con otros poderes emergentes.

Los «núcleos duros» de la integración regional

Estos liderazgos emergentes en Latinoamérica –más allá de la discusión sobre los modelos de gobiernos a seguir que puedan representar remiten a esquemas de integración regional diferentes.

En Unasur, por su parte también debe asumir un enfoque comercialista y productivo, hay que lograr desarrollar una estructura institucional más avanzada para lidiar con las tensiones y conflictos tanto entre los estados socios. No obstante sus debilidades institucionales, el bloque debe aspirar a convertirse en el «núcleo duro» de la gobernabilidad regional, la estabilidad democrática y la paz en el espacio sudamericano, sobre todo en base a la relación especial construida. En esencia, UNASUR debe responder a una estrategia de transformar el bloque, mediante la convergencia con los países de toda la América Latina, en el eje de la integración Latinoamericana, expresada originalmente en la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN).

Los modelos de integración de las naciones Latinoamericanas en Unasur y la OEA: ¿competencia o complementación?

La cumbre de la Unasur en Santiago también reveló el progresivo debilitamiento en la región del tradicional rol de la OEA como organismo encargado de contribuir a la solución pacífica de disputas entre los países miembros y de mediar, a través de mecanismos ad hoc, en las crisis regionales.

Un organismo como la OEA, en el que EEUU juega un rol frecuentemente preponderante, en la resolución de sus conflictos. La decisión sudamericana de impulsar mecanismos de prevención y resolución de crisis en el marco de la Unasur en detrimento de la OEA es clara. Pero, innumerables episodios permite celebrar una primera intervención exitosa en una crisis política, también abre una serie de interrogantes sobre la efectiva capacidad de la Unasur para darle sostenibilidad a mediano y largo plazo.

En ese sentido, es importante señalar que la OEA, aunque se trate de un espacio en el que EEUU desempeña un rol predominante, constituye un foro político prominente en decadencia para la discusión de los asuntos hemisféricos, un mecanismo establecido y decantado que, especialmente en los últimos años, ha desempeñado un protagonismo fundamental en la consolidación de la democracia en la región, la prevención de los abusos y violaciones a los derechos humanos y la resolución pacífica de controversias entre Estados. La Unasur, en cambio, es un mecanismo novel, cuya estructura y mandato están en proceso de definición y que aún requiere de la aprobación parlamentaria por parte de la mayoría de los países miembros para su resurgimiento y poder asumir funciones vinculantes.

Los desafíos de la Unasur debe constituirse como «un poderoso instrumento de integración» que responde a una visión del multilateralismo acorde con la ONU y que apunta a crear un nuevo instrumento de coordinación política entre los países de Latinoamérica, en torno de cuestiones de infraestructura, finanzas, políticas sociales, energía y defensa (estos dos últimos temas se decantan como prioritarios). Sin embargo, aún carece de una estructura funcional instalada y confronta numerosas tensiones entre sus miembros.

La constitución oficial de la Unasur en Brasilia en mayo de 2008 incluyó la definición de algunos elementos de su estructura institucional: una Secretaría General en Quito, un Parlamento Sudamericano en Cochabamba, planes para crear un Banco Central regional y una moneda única, un pasaporte regional y la propuesta de un Consejo Sudamericano de Defensa. Sin embargo, también puso en evidencia las reticencias y dificultades políticas que enfrenta.

Además los elementos políticos, nacionales y regionales, que afectan el futuro de la Unasur, el organismo debe superar el reto de estructurar un organismo eficiente y profesional capaz de enfrentar una compleja agenda regional, en una coyuntura internacional marcada por la crisis financiera y por las incertidumbres económicas de los años venideros, que golpean particularmente a los países en su crecimiento económico.

Cabe sumar a este desafío la tendencia presidencialista propia de las culturas políticas de la región. Una de las consecuencias de esta tendencia es la inclinación a enfrentar y resolver las crisis a través del encuentro de los presidentes en reuniones cumbres. Estas reuniones se realizan básicamente en reacción a situaciones críticas, en lugar de desarrollar políticas sostenidas y consistentes que, en el marco de los procesos de consolidación democrática, requieren de un activo involucramiento y una amplia participación de otros actores, incluyendo a una ciudadanía organizada y a actores políticos que, como los partidos y los parlamentos, necesitan una mayor legitimación democrática en la mayoría de los países.

Sin estos elementos, por más que se desarrollen estrategias de cambio estructural coordinadas en el ámbito regional, la capacidad preventiva y no meramente reactiva de un organismo emergente como la Unasur estará en cuestión. Y contrastará con un organismo como la OEA que, aunque cuestionado por la incidencia de EEUU, acumula una larga experiencia en el enfrentamiento de situaciones de crisis o conflictos potenciales en la región. Por eso, para consolidar la Unasur no basta con un liderazgo sostenido ni con la mera voluntad política, frecuentemente débil y poco convincente, cuando no contradictoria, de los Estados miembros. Se requiere también una estructura institucional sólida y eficiente.

En este marco, la consolidación de la Unasur el liderazgo se fundamenta en la región como parte del proceso de integración de Latinoamérica como un polo relevante en el mundo confronta una serie de retos, tanto políticos como institucionales. Si bien la Unasur demuestra, una voluntad política que ha faltado en la OEA, esta voluntad política, aunque necesaria. Es necesario consolidar un mecanismo regional complejo y una estructura institucional efectiva que permitan avanzar en la integración, la estabilidad y convertir a la región en un referente en el marco de un sistema internacional multipolar.

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