Neurociencia del aprendizaje.
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Neurociencia del aprendizaje.

28 jun 2020

Las neurociencias han permitido poner en evidencia 3 grandes mecanismos naturales del aprendizaje en los niños. Estos 3 mecanismos permiten el desarrollo global de la inteligencia del niño y que no hay que frenar en ningún caso. ¿Cuáles son estos 3 procesos?

  • La plasticidad cerebral que permite al cerebro del niño formarse poco a poco. El cerebro del niño cuando nace es inmaduro, se estructura y desarrolla paso a paso y en coherencia con la exploración que realizan con el mundo que les rodea.  Esta plasticidad cerebral anima a los niños a descubrir el mundo y estimularse con el objetivo de crear millones de conexiones sinápticas (zona de contacto entre dos neuronas o de una neurona y una célula). Por ello los niños son verdaderos exploradores desde que nacen. Cualquier cosa los asombra y sorprende, el niño se alimenta del mundo que le rodea.
  • El desarrollo de habilidades ejecutivas permite al niño de actuar de manera organizada para conseguir sus objetivos. El desarrollo de sus funciones es fundamental ya que permiten al niño aprender y memorizar su aprendizaje. Estas 3 habilidades actúan cuando realizamos acciones: atarse los cordones, escribir un poema, tocar un instrumento  . Estas habilidades ejecutivas se desarrollan entre 3 y 5 años. Este periodo es el típico «lo hago yo solo». El niño debe hacer las cosas por sí mismo y desarrollar sus habilidades.
  • La motivación para desarrollarse. Hemos visto que los niños se exploran el mundo que les rodea solos, pero para hacerlo con más seguridad deben sentir que los padres les apoyamos, los animamos y los motivamos. Es muy importante la educación positiva  para su desarrollo.

 

En los siguientes párrafos hablare sobre las organizaciones y estructuras.

El sistema nervioso central está compuesto por el cerebro y la medula espinal, y es el mecanismo central del cuerpo para el control de la voluntaria (por ejemplo, el pensamiento y el comportamiento). El sistema nervioso autónomo regula las actividades involuntarias como las que se involucran en la digestión, la respiración y la circulación de la sangre. Estos sistemas no son completamente independientes, Por ejemplo, las personas pueden aprender a controlar su frecuencia

cardiaca, lo que significa que están manejando de manera voluntaria una actividad involuntaria.

 

Estructuras del cerebro.

 

 El cerebro de un ser humano adulto pesa aproximadamente tres libras y tiene el tamaño de un melón o de una toronja grande. Su cobertura externa presenta una serie de pliegues y una apariencia arrugada, como la de una coliflor. Se compone principalmente de agua (78%),

 

grasas y proteínas. Su textura suele ser suave.

Corteza cerebral: El cerebro está cubierto por la corteza cerebral, que es una capa delgada, con un grosor similar al de la cáscara de una naranja (menos de un cuarto de pulgada). La corteza cerebral es la “materia gris” arrugada del cerebro.

Tallo cerebral y formación reticular. En la base del cerebro se encuentra el tallo cerebral, que se encarga de las funciones del SNA (involuntarias por medio de su formación reticular, que es una red de neuronas y fibras encargadas de regular el control de funciones corporales básicas como la respiración, la frecuencia cardiaca, la presión sanguínea, el movimiento ocular, la salivación y el gusto.

Cerebelo. El cerebelo, localizado en la zona posterior del cerebro, regula el equilibrio corporal, el control muscular, los movimientos y la postura del cuerpo.

Tálamo e hipotálamo: Arriba del tallo cerebral se encuentran dos estructuras del tamaño de una nuez: el tálamo y el hipotálamo. El tálamo actúa como un puente por el cual se envía la información desde los órganos de los sentidos (con excepción del olfato) hacia la corteza. El hipotálamo forma parte del SNA y controla las funciones corporales necesarias para mantener la homeostasis, como la temperatura corporal, el sueño, y las sensaciones de sed y hambre. El hipotálamo también es responsable del incremento en la frecuencia cardiaca y respiratoria que experimentamos cuando nos asustamos o nos sentimos estresados.

Amígdala. La amígdala participa en el control de las emociones y la agresividad. La información sensorial (exceptuando al olfato, que viaja directamente a la corteza) va al tálamo, el cual a su vez envía la información al área apropiada de la corteza y a la amígdala.

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