El estadounidense Mike Parrow es un luchador profesional que, tras cuatro años de relación con su pareja, se ha decidido a compartir su proceso de salida del armario con la página web británica Gay Star News. Parrow ha relatado relata cómo vivió su orientación sexual en los años anteriores a conocer a su pareja y los problemas que tuvo que afrontar a medida que crecía y desarrollaba su carrera deportiva.
Parrow empezó en el mundo de la lucha libre profesional tras terminar sus estudios de Derecho en la Coastal Carolina University. Sin saber qué camino tomar, algunos amigos le animaron para que probara suerte en el professional wrestling, un deporte hacia el que había mostrado interés. De esta manera, en 2009, entró en la Team 3D Academy of Professional Wrestling en Florida, una academia especializada en la formación de luchadores profesionales, donde estuvo un año recibiendo la formación necesaria. Pese a lo duro del entrenamiento y la inadecuada forma física con la que ingresó, Parrow se mantuvo firme gracias a su extrema competitividad. “Soy extremadamento competitivo. Odio perder”, comenta.
Al mismo tiempo, con su mudanza a Florida pudo tener los primeros contactos con la comunidad LGTB, con la que nunca antes se había relacionado debido a un entorno (colegio católico, familia religiosa, ciudad pequeña) que le había impedido disponer de referentes en este ámbito. A pesar de ello, él sabía que era gay, pero para ocultarlo quedaba con mujeres. Sus primeras experiencias con el colectivo gay, sin embargo, no fueron como esperaba. Parrow no encajaba con los cánones de belleza habituales y se sentía víctima de los estereotipos derivados de su potente físico. “Gordo”, “feo” y “armarizado” fueron algunos de los comentarios que recibió por parte de otros gais.
El rechazo que sintió le hizo volver al armario, rehuyendo todo lo que tuviera que ver con su orientación sexual y centrándose en su carrera. Parrow estaba hundido psicológicamente. Se encerró en sí mismo, poniendo distancia con sus amigos y conocidos y no permitiendo que nadie intimase con él lo suficiente para descubrir esa parte de a que renegaba. Llegó a plantearse la idea del suicidio e incluso recurrió a las “terapias” de conversión, con el objetivo de deshacerse de esa parte de él que rechazaba, aunque de inmediato comprendió que eran un timo y que no funcionarían.
Fue justo entonces cuando Parrow conoció a Morgan, ahora su prometido, en el bar donde trabajaba. Tras una serie de torpes flirteos tuvieron una primera cita. “Yo apenas sabía como hablar con tíos”, explica Parrow. “Le dije que no conocería a mis amigos, que probablemente yo nunca saldría del armario y que solo podrían verme en casa”, añade. Dos semanas después, Morgan cortó la relación. A raíz de esto, Parrow pensó que “tenía que empezar a ser yo mismo”. Habló con Morgan y le prometió empezar de nuevo “con una cita de verdad”. Cuatro años y medio después siguen juntos y hace tan solo hace unas semanas, Parrow le ha pedido matrimonio.
Tras inicia la relación, Parrow comenzó un proceso gradual de salida del armario. La primera persona a la que lo comentó fue el que sera su mejor amigo en el mundo de la lucha, que recibió la noticia como si de una broma se tratase, pero que finalmente lo aceptó sin más (hoy, de hecho, es su manager). Lo mismo sucedió con el resto de su entorno deportivo. Más tarde, tuvo que enfrentarse a salir del armario ante su familia. “Fue el momento en el que más miedo tuve en toda mi vida. Estaba aterrado”, comenta. Sin embargo, su familia lo aceptó mucho mejor de lo que esperaba. Su padre incluso le dijo que se esperaba la noticia, ya que le parecía raro que hubiese rechazado a tantas mujeres cuando era más joven.
Lucha profesional: un mundo menos homófobo de lo que él esperaba
En el ámbito de la lucha profesional, Mike Parrow asegura sentirse sorprendido por la escasa homofobia que ha encontrado. “Las dos compañías con las que principalmente trabajo han sido maravillosas”, comenta. Sí que cuenta que alguna vez ha escuchado comentarios desagradables, ante los que ahora no retrocede: él prefiere hablarlo abiertamente con la persona que hace el comentario y dejar las cosas claras. “Soy abierto y honesto”, asegura. Parrow también se muestra dispuesto a responder todas las preguntas sobre el tema que sus compañeros le hacen. “Percibo más curiosidad que odio”, explica.
Para terminar su historia, Mike Parrow cuenta cómo le afectó el atentado de Orlando en la sala Pulse, ocurrido en 2016. En su uniforme, de hecho, lleva el número 49, en memoria de las 49 personas que perdieron la vida ese día. Él conocía personalmente a algunas de las víctimas y recuerda cómo una de ellas, una chica que jugaba a baloncesto, le animó a mostrarse abiertamente gay, ya que, como deportista reconocido, podría ser un ejemplo a seguir y referente para muchos jóvenes LGTB que pasan duros momentos en la adolescencia. “Lo ocurrido en el Pulse fue un empujón para empezar a ser yo mismo”, cuenta.
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