Mariela Muñoz fue una icónica activista y defensora de los derechos LGBT en Argentina que en 1997 se convirtió en la primera persona transgénero del país en cambiar su identidad de género en sus documentos oficiales. En 1976 inició su transición de género y en el 2001 se sometió a una cirugía de reasignación sexual. Muñoz inició un legado en los derechos de las personas trans y el reconocimiento de su identidad; además, demostró que otros modelos de familia son posibles.
“Tuve una infancia difícil porque ya era muy femenina”, declaró Mariela hace unos años en una entrevista a un medio local.
Su vida fue difícil, a lo largo de los años vivió burlas, golpes e incluso una violación colectiva durante su juventud. Su padre la llevó con psiquiatras y trabajadoras sexuales para que modificaran su identidad de género y su orientación sexual. Con los años su padre supo entender lo que su hija sentía, pero no así su mamá.
La vida de esta mujer fue plasmada en el documental Amor a paso gigante, relaizado por la cineasta francoargentina, María Audras. El filme narra la vida de esta mujer, considerada una pionera en los derechos LGBT, desde que era una adolescente hasta que pierde su vida, hecho ocurrido en mayo de este año.
Los niños que fueron parte de su familia llegaron a ella abandonados por sus familias y en situación de calle y pobreza ; a Yolanda la encontró en una estación de tren con apenas 16 años y un bebé; a Enrique lo encontró mientras trataba de escapar de una fábrica de ladrillos en la que trabajaba desde los 9 años. El resto de sus hijos llegaron a su vida en situaciones similares.
“Cuando llegué a Retiro se me vino el mundo abajo, se me caían los lagrimones. Mariela fue una madre que me salvó la vida”, narra Enrique.
“Lo que más me sorprendió fue su franqueza y su sensibilidad. Nunca mintió a los chicos sobre quién era, siempre les contó que era un hombre pero que iba a llegar un día en el que sería mujer”, relata Audras.
Precisamente, uno de los momentos más difíciles para Mariela fue cuando, en medio de una batalla legal para que su familia fuera reconocida como tal, un juez decidió quitarle el registro de tres de sus hijos y la condenó a un año de prisión. Pese al mal momento que vivió, el hecho colocó en Argentina el debate en torno a la posibilidad de que las personas transexuales criaran menores edad, algo que nunca se había abordado en la ley argentina.
La cineasta conoció a Mariela en los años 90 gracias a un amigo en común y volvió a tener contacto con ella cuando en Francia se inició un arduo debate en torno al matrimonio igualitario y la adopción de menores de edad por parte de parejas homosexuales.
Audras quería hacer una película de ficción basada en la vida de esta mujer, pero cuando la conoció a fondo y supo que su familia era especial y fuera de lo común, pues a lo largo de toda su vida Mariela adoptó a 17 niños que tenía bajo su cuidado, la directora decidió hacer un documental que siguiera los pasos de esta mujer.
El filme acompaña a Mariela en su último año de vida cuando, debido a problemas de salud, dependía totalmente del cuidado de sus hijos adoptivos. Tras su muerte, la pieza se convirtió en una especie de homenaje para la activista.
Este documental, cuya realización tomó tres años, fue premiado con el galardón al mejor largometraje en el Festival de Cine LGBTIQ Asterisco.
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