Por: JOSÉ GIL LLORCA
La “ideología de género” considera que nuestro comportamiento bifurcado en masculino y femenino es producto de la influencia cultural y social del entorno, y la propia sexualidad depende más de los acontecimientos biográficos y sociales de nuestra vida que de las características fisiológicas. Ser hombre o mujer no estaría determinada fundamentalmente por el sexo, sino por la cultura.
La “ideología de género” considera que la exclusividad de la relación entre hombre y mujer es un constructo social y cultural que es útil para mantener la hegemonía del dominio masculino, un dominio que constituye la superestructura de lo que denominan “sociedad patriarcal”. Esta mentalidad es una consecuencia de extrapolar el sentido de la misma naturaleza, cuya singular lógica o más bien ilógica, deriva del hecho de concebir que las cosas no dependen de lo que “son”, sino de lo que uno desearía que “fuesen”.
El término “ideología de género” o “feminismo de género”, fue acuñado por Christina Hoff Sommers en su libro “Who Stole Feminism?” ¿Quién robó el Feminismo?, a finales de los años 60, en su etapa de feminista radical, que después abandonó, para defender un feminismo moderado y racional.
En la IV Conferencia Mundial de la ONU sobre la mujer celebrada en Pekín en 1995, varios delegados de distintos países fueron persuadidos por las activistas de la “teoría de género”, al pensar ingenuamente que se trataba de una lucha a favor de los derechos de la mujer. Las activistas tuvieron la habilidad de distribuir unos textos con definiciones ambiguas sobre la sexualidad polimorfa, evitando utilizar palabras como marido, mujer, esposa, madre, padre, etc., y resaltando, con tonos victimistas la persecución que, según ellas, padecen por parte de los sectores tradicionales. La ex-presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, comentó en esta Conferencia de Pekín, la necesidad de que las niñas, no se les debería exponer la imagen de la mujer como esposa o madre, ni involucrarlas en actividades femeninas tradicionales.
Pronto se aclararon las verdaderas pretensiones de las ideólogas de género con la intervención de Bella Abzug, representante de EEUU, que regañó a los delegados con una agresiva filípica: “El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar que la realidad de la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambios. Por eso, los intentos de varios Estados miembros de borrar el término género en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por el de sexo es una tentativa insultante y degradante que intenta revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro”. Después de la bronca, y aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid, la canadiense Rebecca J. Cook, redactora del informe oficial dela ONU enla Cumbre, se lanzó a “instruir” a los delegados sin ninguna inhibición: “Los sexos ya no son dos sino cinco, y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino de mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales”. Otra de las feministas ya no dudó tirarse en caída libre: “No existe un hombre natural o una mujer natural, no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica”. Y puestas a desbarrar, algunas dijeron que había que reconocer los derechos reproductivos de las mujeres lesbianas, en las que incluirían también el “derecho” a concebir hijos a través de la inseminación artificial con semen anónimo, y de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras.
La verdad es que la ideología de género, no pretende mejorar la situación de la mujer ni conseguir su igualdad con el hombre, sino que pretende la completa supresión de cualquier distinción entre lo femenino y lo masculino.
En este contexto, la mujer como clase oprimida, debe renunciar a soportar los embarazos y a ocuparse de criar a sus hijos. Para Nancy Chodorow, una de las metas es acabar con la división sexual del trabajo laboral en la que la mujer se maternaliza, lo que requiere desalojar en primer lugar los mecanismos de opresión que lo reproducen. La única forma de eliminar esa opresión es rechazar la maternidad como función femenina, pues las responsabilidades de la mujer en la familia son las enemigas de su realización.
Según Karina Skidelsky, hay que educar a los niños sin adscribirlos a tareas “sexo-específicas”. Obsesionada con el tópico de los juegos, un lugar común de “ideología de género”, afirma que un niño es un niño, básicamente porque su padre le ha regalado juguetes de niño, le ha puesto nombre de niño y le trata como un niño. Lo que hay que hacer es dejarle en libertad: que elija ser niño o niña, o las dos cosas o ninguna.
Desde diversas instancias del poder y desde algunas universidades norteamericanas, se ha intentado darle un rango científico a la “ideología de género”. Su plataforma de lanzamiento fue y continúa siendo el organismo de las Naciones Unidas. Desde los años 90, está presente en todas las Agencias de esta institución, y en concreto, en el Fondo parala Población, UNICEF, UNESCO y OMS. Posteriormente se ha introducido en los foros dela Unión Europea, en cuyo parlamento se han elaborado documentos sobre la vida y la sexualidad, inspirándose en esquemas de esta ideología. Los medios de comunicación se han cuidado de ampararla y difundirla sin tener en cuenta sus consecuencias.
Si para Marx y Lenin, la conquista del “paraíso comunista”, supondrá la desaparición de la dualidad de clases entre burgueses y proletarios, para la “ideología de género”, este paraíso se hará presente una vez se disuelva la dualidad de sexos masculino-femenino, disolución que engendrará la unidad e igualdad total de la humanidad.
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