POR: MARIA GUADALUPE RENTERIA RODRIGUEZ
Actualmente uno de los problemas más graves en la sociedad contemporánea, es la adicción a las drogas tanto de uso legal (alcohol, tabaco, café, medicamentos, etc.), así como las ilegales, (cocaína, crack, anfetaminas, marihuana, opio, varias drogas sintéticas, medicamentos restringidos y demás), por lo que se han ideado a través del tiempo varios métodos para tratar de reducir las adicciones, teniendo variados resultados (lamentablemente la mayoría de los métodos con recaídas en el torbellino de la drogadicción), por lo que mundialmente se han ido implantando en varios países, métodos con los cuales se pretende paliar dicho flagelo que azota a la sociedad moderna.
Para empezar, desde su origen, los tratamientos de “sustitución” en casos de drogadicción a una sustancia, han sido inútiles, e inclusive han producido adicciones peores tanto a nivel personal como a nivel social. Es el caso del uso de la heroína, para el tratamiento de adicciones a la cocaína y otras drogas.
Esto desde sus comienzos como “tratamientos terapéuticos” hace más o menos 136 años, en que las compañías farmacéuticas promocionaban como un “curalotodo” a drogas como la heroína, droga promovida y promocionada por el psicoanalista (ya adicto), Dr. Sigmund Freud (quien por otra parte recibía subvenciones por parte de compañías farmacéuticas, para que promoviera el uso de dicha droga para tratar dolores, y “casi todos los males” psicológicos y físicos de sus pacientes).
Pero si bien, estos “tratamientos” en los que el adicto no es curado, sino que es encausado hacia una adicción a otra droga (que en muchas ocasiones es peor que la adicción anterior), se propagaron en la década de los años 60s, por iniciativa de médicos y psiquiatras, en centros penitenciarios de Kentucky EUA como terapia de “mantenimiento”, haciendo que estas “terapias sustitutivas”, tuvieran un auge incrementándose los centros de “tratamientos contra las adicciones”, siendo exportadas a la gran mayoría de los países, en donde a pesar de que se hace propaganda en la que se aduce que hay efectos positivos en los adictos, la realidad es que las personas que tienen adicción a alguna sustancia han ido en aumento de manera exponencial, y los únicos sectores que se han ido beneficiando del uso de estos “tratamientos de sustitución” son empresas farmacéuticas y psiquiatras.
Los actuales “tratamientos” con drogas como la metadona, el substitol, la buprenirfina, y otras drogas como la marihuana (que varios países como España o los Estados Unidos, usan para “tratar” a los pacientes adictos a otras drogas “fuertes”, como la cocaína, la heroína, el crack, las anfetaminas, la morfina, opiáceos y demás), Bajo la excusa de que estos ”tratamientos”, disminuyen los dolorosos síntomas del síndrome de abstinencia (síndrome que es la reacción del propio organismo ante la falta de la sustancia dañina [droga], y que producen diversos síntomas ante la falta de suministro del veneno al cual ya se ha acostumbrado el organismo del adicto), pero estas sustancias usadas en las terapias de “sustitución”, no curan al adicto, sino que simplemente tienen efectos paliativos en cuanto a la adicción (en realidad lo que pasa es que la persona se hace adicta a otra sustancia), y únicamente aminoran sensaciones psicofísicas, como el dolor y otros padecimientos consecuencia de la abstinencia a la sustancia dañina.
Esto incluso en “terapias de sustitución leves”, como las utilizadas para tratar adicciones como la del tabaco, mediante el uso de parches, gomas de mascar u otros medios que incluyen en su composición la misma sustancia a la que se es adicto, es decir, la nicotina que se halla en gomas de mascar y parches, cambiando únicamente la forma de administración al organismo de estas sustancias. Sí, se deja de fumar, pero continuando con la falsa necesidad que el cuerpo adquiere respecto a la sustancia adictiva, en otras palabras se continúa siendo adicto.
En mi opinión personal, todas estas terapias de sustitución” o de mantenimiento” (como fuere que las denominen), que se han ido implantando e implementando en programas oficiales en varios países, son únicamente una forma más de hacer que los recursos económicos que dan los gobiernos a las instituciones médicas, instituciones psiquiátricas y a las industrias farmacéuticas, para tratar el mal de la adicción a las drogas, lleguen a los bolsillos de estas personas que no buscan en realidad la cura de las adicciones, sino el aumento y continuación de estas, para de esta manera seguir percibiendo subvenciones y recursos económicos, tanto por parte de la sociedad y los gobiernos (donaciones para instituciones de este tipo, que supuestamente servirían para reducir el número de pacientes adictos), teniendo como resultado la eternización de miles y miles de personas que se hallan atrapadas dentro de la esfera de una u otra droga, engañando tanto a los pacientes dándoles esperanzas de curarse, como a los gobiernos y a la población al percibir recursos económicos que en realidad no se destinan a eliminar las adicciones, sino únicamente a sustituirlas adicciones por una droga a otra que ellos suministran al enfermo.
En conclusión, el uso de drogas en tratamientos para disminuir las adicciones, únicamente es una técnica paliativa, encaminada a administrar las adicciones en el beneficio económico de grupos de psiquiatras, corporaciones farmacéuticas y asociaciones afines, y no a la búsqueda de una solución real para provecho del enfermo adicto a una sustancia.
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