Como docentes, a diario evidenciamos las dificultades académicas de los estudiantes, muchas de las cuales tienen su origen en deficiencias lectoescritoras. Al plantear un trabajo escrito, por ejemplo, sólo un pequeño porcentaje de niños y jóvenes emplea un vocabulario acorde con su nivel académico, la redacción es exageradamente pobre y ni que decir de las pruebas y trabajos de aula, en los cuales se debe describir de manera absurdamente ilustrativa cada uno de los pasos a seguir, pues son incapaces de leer y comprender las instrucciones planteadas. Ante este triste panorama resulta ilógico pensar en obtener, por lo menos a corto plazo, buenos resultados en pruebas a nivel nacional y mucho menos en aquellas que manejan estándares internacionales.
Si bien la población estudiantil contenida en nuestra institución no refleja la totalidad del país, si es una pequeña muestra del comportamiento lector de los jóvenes estudiantes de la escuela primaria y secundaria, y sus resultados no solo afectan al interior del colegio, sino que trascienden. En este sentido es importante recordar que, lamentablemente, continuamos con el nada honorable título de ser una nación con uno de los índices de lectura más bajos a nivel mundial según encuesta de Consumo Cultural del Dane, de diciembre de 2014, donde plantea que en nuestro país, solo el 26% dijo haber leído por gusto o interés personal en el último mes.
De acuerdo con los resultados obtenidos en la feria del libro versión 2016, los colombianos incrementaron su nivel de lectura; pero entonces, cuales son los factores para la baja comprensión y la poca escritura por parte de nuestra población?
Pues bien, puede que realmente se esté leyendo más, pero no cabe duda que continuamos leyendo mal. Es evidente que "leemos" mensajes mal redactados del whatsapp o el chisme incompleto del Facebook, pero desde luego, es un ejercicio que no construye intelectualmente. Por otra parte, la labor docente se la limitado de manera casi cómplice a reafirmar esta "pereza mental", explicando al estudiante todo "paso a paso", para evitar el utópico trabajo de motivarlos a leer.
Y como la queja es un síndrome común de nuestra población, pero las propuestas generalmente se muestran ausentes, aquí se encuentran descritos algunos de los factores planteados por los estudiantes y docentes que dificultan que la población escolar obtenga un buen desarrollo en la lectura y la escritura y sus posibles acciones de solución:
Generalmente iniciamos los procesos de lectura con los niños, obligándolos a leer algo que no es de su gusto, obedeciendo más a nuestros propios gustos, lo que leímos cuando estudiamos o, peor aún, buscando cumplir con absurdos planes de estudio preestablecidos, generando de manera inmediata una respuesta de rechazo. De manera opuesta, relegamos la lectura como el proceso de aprendizaje más importante en los niños que inician su etapa escolar y se opta por que surja de ellos mismos de manera "espontánea" el interés por la lectura. Existe además, la queja del alto costo de los libros y la dificultad de su compra, argumentando el estrato socio económico.
Entonces, qué tal si como método para desterrar la pereza por la lectura y la escritura en las nuevas generaciones, empezamos con propuestas de temáticas interesantes para la población escolar, retomando desde los primeros años el trabajo en la lectura como una actividad divertida, recurriendo a las nuevas herramientas tecnológicas y atrayentes para la juventud (computador, Tablet, etc) como fuente de material bibliográfico, sin olvidar las sabias palabras de Albert Einstein “ Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.”
La implementación de tecnologías de información y comunicación puede convertirse en un facilitador del hábito de la lectura . Foto: Jairo Alonso Ariza
Martha Milena Morales
Licenciada en Química
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