Resulta fácil imaginarse a la doctora Kathryn Mannix sentada al borde de la cama de uno de sus pacientes, cogiéndole la mano mientras le detalla cómo afrontarán juntos el final de su enfermedad. Su voz cálida y serena tiene el poder de calmar sin ayuda química, incluso después de una jornada maratoniana de entrevistas. Quizá por ello, aquella médico jovencita y rara a la que le interesaban más las personas sin cura que los últimos avances contra el cáncer, se convirtió en una de las pioneras de los cuidados paliativos en el Reino Unido. Durante más de treinta años, Mannix se ha dedicado a aliviar el sufrimiento de enfermos terminales. Su experiencia la ha volcado en un libro que se ha situado entre los más vendidos en su país. «Cuando el final se acerca» (Siruela) se edita ahora en España para enseñarnos que la muerte puede ser un proceso tan natural como el nacimiento. «No entiendo cómo la sociedad ha perdido la capacidad de hablar de ello», relata a ABC.
¿A qué tenemos más? ¿al sufrimiento? ¿al miedo a lo desconocido? ¿a perder la dignidad en el trance?
Depende de cada persona. A los profesionales en cuidados paliativos siempre les pedimos que pregunten a sus pacientes qué es lo que más les preocupa y hay respuestas de todo tipo. Algunos no tienen miedo a morir, pero sí a quedar con alguna discapacidad; otros a desaparecer físicamente o temen por el dolor de su familia. En mi libro recojo la historia de una joven madre a la que le angustiaba quién estaría cerca de su hija cuando alcanzara su pubertad. Ya sabe, quién le explicaría cómo sería su primera experiencia menstrual. Las circunstancias de cada uno son muy diferentes. Algunos tienen miedo al más allá y a otros, precisamente, les tranquiliza saber que haya algo al final de esta vida. También hay quien teme el sufrimiento físico, pero esto es lo más fácil de manejar. Lo que no tiene ningún paliativo es el sufrimiento existencial.
¿Es más fácil afrontar la muerte cuando el paciente es religioso, sea cual sea su creencia?
Las personas manejan mejor la incertidumbre cuando tienen algo que les llena. Bien sea una religión, la familia, el contacto con la naturaleza... El que peor lo pasa es el que está en una zona de grises, el que cree que hay un dios pero no está seguro, el que cree que puede haber una vida futura pero no está completamente seguro...
Desde mi punto de vista acepto lo que hace la doctora, hay pacientes que no quieren ser una carga para sus familiares por eso en algunos de los casos toman esa decisión, y la doctora apesar de todo siempre está ahí con ellos brindándoles su apoyo en todo momento.
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