Jesús ha sido modelo para muchos artistas que lo han retratado según se lo imaginaban ya que no había ningún retrato suyo.
Las primeras obras muestran a Jesús como el Buen Pastor portando una oveja (moscóforo) o como Maestro (filósofo). En estos casos, aparece con aspecto juvenil, imberbe y de manera clásica.
Según Émile Mâle, esta forma de representación de Cristo estuvo vigente hasta la Edad Media, cuando se impuso un modelo surgido en Siria y Palestina, que presenta a Cristo en edad adulta, con barba y larga cabellera.
Este modelo se difundió por toda la cristiandad y se conservan ejemplos muy antiguos, como el icono del monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, que puede datarse en el siglo VI.
Este modelo dio paso al Pantocrátor, o Cristo todopoderoso, juez de vivos y muertos, que subsistió durante la época románica, traido desde el arte bizantino al occidente europeo. Una muestra magnífica es el ábside de San Clemente de Taüll. Estamos ante el Señor que manifiesta su soberano poder y muestra el libro de la vida para recordar el juicio final.
Durante siglos, la teología y el arte han incidido especialmente en la condición divina de Cristo, pero a partir de los siglos XII y XIII el interés fundamental es recalcar también su condición humana que se refleja, fundamentalmente, en sus comienzos (la Navidad) y su final (la Pasión). También aparecen las imágenes de Jesús lleno de sangre y llagas, que mueve a compasión.
Con el Renacimiento y la restauración del canon clásico, la imagen de Cristo muestra un cuerpo perfecto que no obstante refleja su naturaleza divina. El Renacimiento es la época de los grandes genios, entre los que destaca Miguel Ángel. La obra Gran Poder de Juan de Mesa, refleja la grandiosidad del sufrimiento de un Dios hecho hombre.
Durante el Barroco, se abandona la serenidad clásica para expresar un mundo en movimiento y la agitación de los sentidos. Es el arte de la Contrarreforma que iba dirigido a emocionar la devoción de los fieles
Finalmente, mientras que el siglo XIX aportó un mayor historicismo, el siglo XX se caracterizó por abrirse a la total subjetividad del artista. En ambos siglos, hay un distanciamiento entre el arte y la religión, aunque en el siglo XX hubo muchos artistas que, aun sin ser creyentes, plasmaron en sus obras motivos religiosos o se inspiraron directamente en la religión para elaborar sus composiciones.
“Mi preocupación era pintar un Cristo bello como el mismo Dios que encarna”
SALVADOR DALÍ, Cristo de san Juan de la Cruz (1954)
Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.
No hay opiniones. Sé el primero en escribir.